(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 25.11.2024).- El Papa Francisco recibió en audiencia a una Delegación del Universal Peace Council, un organismo que se empeña en el trabajo por la paz con jóvenes. A continuación la traducción al castellano de las palabras del Papa:
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Queridos amigos
Me alegra tener la oportunidad de conocerles durante su visita a Roma, y alabo su dedicación a la causa de la paz en Tierra Santa, una tierra que ha sido testigo de tanta violencia y sufrimiento a lo largo de los siglos. Lamentablemente, nuestros días no son diferentes, y desde hace más de un año las oscuras nubes del conflicto han vuelto a envolver la región del mundo que ustedes llama hogar. Es malo, es malo.
La situación actual hace aún más importante la promoción de la paz, y me alegra ver que su delegación está compuesta por jóvenes de diferentes orígenes y religiones. Esta es una clara señal de que el deseo de paz está arraigado en el corazón humano y de que es capaz de aportar unidad en la diversidad. Todos sabemos, sin embargo, que vuestra tarea no es fácil. Por eso quisiera proponerles tres breves puntos para su consideración.
[1]El primero es que necesitamos a los jóvenes para llevar a cabo este importante servicio, porque poseen un tipo de idealismo, entusiasmo y esperanza que nos recuerdan a todos que un mundo mejor es posible, que la paz es posible. En particular, los jóvenes pueden ayudar a los demás a descubrir los elementos cruciales que allanan el camino hacia la paz: el perdón y la voluntad de dejar atrás los prejuicios y las heridas del pasado. Los jóvenes son creativos, pero es malo cuando nos encontramos con jóvenes ideologizados, en los que la ideología sustituye al pensamiento y a la voluntad de hacer el bien. Siempre debemos recordar y aprender de la historia, un apego malsano a las heridas y prejuicios del pasado nunca puede conducir a una paz verdadera y duradera. De hecho, sólo perpetúa la espiral de conflicto y división.
[2]El segundo punto es entablar siempre el diálogo, ya que es la principal herramienta de que disponemos. «Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, intentar comprenderse, buscar puntos de contacto, todo esto se resume en el verbo «dialogar». El diálogo es el único camino para la paz, para encontrarse (Lett. enc. Fratelli tutti, 198). Los jóvenes pueden ser grandes artesanos de la paz a través del diálogo.
[3]El tercer punto es no perder nunca la esperanza. La esperanza no defrauda: no perdáis la esperanza. Es tan fácil desanimarse cuando vemos los efectos devastadores de la guerra y el odio, por no hablar de la pobreza, el hambre, la discriminación y otras diversas realidades que amenazan la perspectiva de la paz. Estas realidades son el resultado de las guerras. Esto puede llevarnos a pensar que nuestros esfuerzos de diálogo son vanos porque producen pocos resultados concretos. También es posible que te critiquen por centrarte en la necesidad del diálogo para avanzar en la causa de la paz. En esos momentos, recuerde que todo lo que merece la pena no es nunca fácil. Requiere sacrificio, requiere la voluntad de comprometerse de nuevo cada día, especialmente cuando las cosas no parecen ir como nos gustaría. Mantened viva la esperanza, queridos jóvenes, teniendo siempre presente que todos formamos parte de una misma familia humana. Todos somos hermanos y los esfuerzos por promover la reconciliación, la armonía y la paz siempre merecerán nuestro tiempo y nuestro esfuerzo. Y, por supuesto, ¡nunca perdáis el sentido del humor, esa sana alegría! Esto es muy importante. No pierdan esa capacidad de alegría que ayuda a ver las mejores cosas.
Os agradezco vuestra visita y os aseguro mis oraciones por vuestro compromiso por la paz en Tierra Santa. Os bendigo a todos y os pido, por favor, que me recordéis en vuestras oraciones. Gracias.
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