(ZENIT Noticias / Roma, 18.02.2025).- “Con profunda tristeza hemos recibido la trágica noticia del brutal asesinato del padre Donald Martin Ye Naing Win, sacerdote de 44 años de la archidiócesis católica de Mandalay, en el centro de Myanmar. Su cuerpo sin vida, mutilado y con numerosas puñaladas, fue encontrado el viernes 14 de febrero por la mañana por miembros de su comunidad en los terrenos de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, donde prestaba servicio”, afirma Regina Lynch, presidenta ejecutiva de Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional (AIC Internacional).
La Fundación ‘se solidariza con el cardenal Charles Bo, el arzobispo Marco Tin Win y todos los sacerdotes, religiosos y fieles de la archidiócesis de Mandalay, así como con la familia del padre Donald, por su prematura muerte’.
Regina Lynch recuerda que “la región de Sagaing es una de las zonas donde los combates son más intensos. Aún no se han identificado los motivos de este crimen ni la identidad de los responsables, y una investigación a fondo del incidente ayudaría a evitar nuevas tensiones”.
“La muerte del sacerdote refleja el desafío y el inmenso riesgo a los que se enfrenta la Iglesia en un contexto de violencia generalizada, ya que continúan los enfrentamientos entre el ejército de Myanmar y las milicias de la oposición. Ante tal violencia, que afecta a toda la población, ‘sacerdotes como el padre Donald Martin se dedican a ayudar a sus comunidades, proporcionando consuelo espiritual y apoyo a las personas que sufren en la región’. Su muerte”, continuó Lynch, “pone de relieve la difícil situación de la comunidad católica en Myanmar y el valor de quienes siguen sirviendo a la gente, a pesar de los peligros”.
El presidente de Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional también expresa su consternación por el “reciente atentado con bomba, el 6 de febrero, contra la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Mindat, en el estado de Chin, recientemente designada como catedral por el Papa Francisco. Nos complace que no haya habido víctimas en este ataque, pero debemos recordar que la destrucción de un lugar de culto, independientemente de la religión, es un ataque no sólo contra la comunidad religiosa, sino también contra el derecho fundamental de todas las personas a tener un lugar donde expresar su fe”.
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