(ZENIT Noticias / Buenos Aires, 22.03.2025).- Un distinguido honor con profundas connotaciones políticas ha llegado a Argentina. La Medalla Presidencial de la Libertad, otorgada al Papa Francisco por el expresidente estadounidense Joe Biden en los últimos días de su administración, ha sido consagrada en Buenos Aires, la ciudad natal del Papa. Fue recibida oficialmente con una misa especial en la Catedral de Buenos Aires el 13 de marzo, en conmemoración del 12.º aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio como líder de la Iglesia Católica.
Si bien Biden alegó razones humanitarias para el premio, elogiando la defensa de Francisco por los derechos humanos y la libertad religiosa a nivel mundial, el momento del reconocimiento —apenas semanas después del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y en medio de crecientes tensiones entre el Papa y el presidente argentino Javier Milei— añade un significado político.
La Medalla Presidencial de la Libertad es la más alta distinción civil en Estados Unidos y rara vez se otorga a figuras religiosas. Antes del Papa Francisco, solo un pontífice la había recibido: Juan Pablo II, quien fue condecorado por el presidente George W. Bush en 2004 por su papel en la promoción de la libertad religiosa y su contribución al fin del comunismo en Europa del Este.
La decisión de Biden de otorgarle la medalla a Francisco se debió no solo a sus preocupaciones compartidas, como la justicia social y la protección del medio ambiente, sino también a sus diferencias con Trump. En una llamada telefónica el 20 de diciembre de 2024, el Papa instó a Biden a tomar medidas sobre la pena de muerte. Días después, el presidente saliente conmutó las condenas de 37 reclusos federales de muerte a cadena perpetua. Su reunión presencial programada en el Vaticano para el 10 de enero de 2025 fue finalmente cancelada debido a los incendios forestales en California, pero Biden anunció la condecoración en una llamada posterior al día siguiente. La medalla fue entregada al Nuncio Apostólico en Washington, el Arzobispo Christophe Pierre, antes de partir hacia Argentina.
La decisión de exhibir la medalla en Argentina es en sí misma un mensaje inequívoco. El papa Francisco, quien se ha enfrentado a Milei por políticas económicas y bienestar social, ha expresado desde hace tiempo su preocupación por lo que describe como el auge del «extremismo neoliberal» en ciertos gobiernos. La exhibición del premio en Buenos Aires puede interpretarse como una declaración discreta pero contundente, que yuxtapone la visión del papa con la del presidente libertario argentino, quien ha criticado abiertamente e incluso insultado a Francisco en el pasado.
La ceremonia en la catedral tuvo lugar justo un día después de que la policía argentina reprimiera violentamente una protesta masiva de jubilados que exigían mejores pensiones. Entre los heridos se encontraba un sacerdote católico, el padre Francisco Olvera, quien, según informes, fue golpeado y amenazado por las fuerzas del orden. La proximidad de estos eventos no hizo más que aumentar la importancia del momento.
Para algunos observadores, la decisión de Biden de honrar al papa en el ocaso de su presidencia fue más que un gesto de despedida: fue una declaración política.
“Biden tenía un punto claro”, afirmó Andrew Chesnut, profesor de estudios religiosos en la Universidad Commonwealth de Virginia. “Al otorgar la medalla al final de su administración, manifestó su resistencia al giro a la derecha en la política global y reafirmó su alineamiento con la visión moral progresista de Francisco”.
A diferencia del reconocimiento de Bush a Juan Pablo II, basado en valores conservadores compartidos, el reconocimiento de Biden enfatizó los compromisos mutuos con la acción climática, la justicia económica y la inclusión, áreas en las que ambos hombres difieren marcadamente de Trump.
Carlos Custer, exembajador argentino ante el Vaticano, considera la colocación de la medalla en Buenos Aires como una pieza más en el complejo rompecabezas de la relación entre Francisco y Milei. Si bien el Papa ha defendido constantemente políticas económicas destinadas a ayudar a los pobres, la administración de Milei se centra en reducir drásticamente el gasto público y la asistencia social. Su distancia ideológica ha generado una relación problemática, con el presidente argentino refiriéndose en una ocasión a Francisco como el “representante del mal en la Tierra” antes de intentar suavizar su postura. Para Fortunato Mallimaci, experto en religión de la Universidad de Buenos Aires, la decisión de exhibir la medalla en Argentina tiene un innegable peso político. «Esto podría verse como una forma de que la Iglesia exprese su descontento con las políticas de Milei», afirmó. Sin embargo, también señaló que la profunda crisis económica de Argentina ha desviado la atención del público de los gestos simbólicos.
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