(ZENIT Noticias / Roma, 28.09.2025).- El 4 de octubre, Asís volverá a ser el corazón palpitante de la vida espiritual de Italia. La festividad de San Francisco, ya un elemento fijo en el calendario italiano, cobra mayor relevancia a medida que el gobierno avanza hacia su reconocimiento como fiesta nacional.
La primera ministra, Giorgia Meloni, acompañada por el ministro de Cultura, Alessandro Giuli, se unirá a peregrinos y líderes religiosos en la ciudad de Umbría para la liturgia anual y las ceremonias cívicas. El momento es sorprendente: apenas días después de que la Cámara de Diputados italiana aprobara por abrumadora mayoría el proyecto de ley para establecer el 4 de octubre como nuevo día festivo en honor al santo patrón del país. La medida ahora espera la aprobación del Senado, y se espera su plena implementación para 2027.
La iniciativa tiene un peso más que simbólico. Declarar la decimotercera fiesta nacional implica cambios en los contratos laborales, los complementos salariales y el gasto estatal para cubrir los servicios esenciales en el nuevo día festivo, proyectado en más de 10 millones de euros anuales. Sin embargo, legisladores de todo el espectro político han respaldado la idea, considerando a Francisco de Asís como una figura cuyo legado trasciende la afiliación religiosa. En tiempos de divisiones culturales, el santo de la paz, la fraternidad, el cuidado de la creación y la solidaridad se ha convertido una vez más en un emblema unificador de la identidad italiana.
Las celebraciones de Asís combinarán una liturgia solemne con gestos culturales de recuerdo y renovación. Por primera vez, los visitantes presenciarán una proyección a escala real del fresco perdido de Giotto, la vela de San Mateo, destruido en el terremoto de 1997 que devastó partes de la Basílica. La inauguración, sugerida por el ministro Giuli, conmemora el 28.º aniversario de dicho terremoto, subrayando el frágil pero perdurable vínculo entre el patrimonio de Italia y su memoria espiritual.
Este año, la región de Abruzzo tiene el honor de donar el aceite que mantendrá encendida la lámpara votiva en la tumba del Poverello. Pierluigi Biondi, alcalde de L’Aquila, encenderá la llama en un gesto de unidad entre los municipios italianos. El programa litúrgico incluye la misa en la Basílica Superior, celebrada por el obispo Camillo Cibotti, con el cardenal Ángel Fernández Artime en representación del Papa, y las vísperas vespertinas oficiadas por el arzobispo Bruno Forte. Como manda la tradición, la jornada concluirá con el canto del Cántico de las Criaturas y una bendición sobre Italia desde la azotea de la basílica.
Para la primera ministra Meloni, la visita es más que una simple ceremonia. Alinea a su gobierno con un espíritu nacional que busca cada vez más arraigar la identidad cívica en valores compartidos de paz y responsabilidad. Para los frailes de Asís, es una oportunidad para recordar a la Iglesia y a la sociedad que la visión de Francisco sigue siendo profundamente contemporánea. Y para los italianos de a pie, la probable creación de una nueva fiesta nacional significa que la figura antaño llamada «el hermano universal» pronto podría tener un lugar más visible en su vida cívica y religiosa.
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