(ZENIT Noticias / Jerusalén, 01.10.2025).- La Conferencia Episcopal Italiana ha dado un paso decisivo para profundizar sus vínculos con la Iglesia en Tierra Santa, culminando una visita que tuvo tanto peso simbólico como promesas tangibles de apoyo. Monseñor Giuseppe Baturi, secretario general de la CEI, viajó a Jerusalén para reunirse con el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino, en un gesto destinado a tranquilizar a una comunidad que vive bajo presión.
El encuentro no solo fue un intercambio fraternal, sino también el punto de partida de un proyecto con consecuencias potencialmente transformadoras: la apertura de un nuevo hospital en Gaza. La iniciativa, anunciada por Baturi, responde a lo que describió como «una emergencia sanitaria gravísima» y está siendo emprendida conjuntamente por la CEI y el Patriarcado Latino. «Queremos asumir esta carga juntos», dijo, enmarcando el esfuerzo como una movilización de recursos y buena voluntad en todas las diócesis italianas.
El hospital representa solo una dimensión de una estrategia de solidaridad más amplia. Los obispos italianos se comprometieron a atender las necesidades apremiantes de las familias, las parroquias y los jóvenes de la región, desde la alimentación y la vivienda hasta el empleo y la educación. Baturi describió estas iniciativas como una «energía de paz», un término que resaltó su convicción de que estos esfuerzos pueden moldear las conciencias y abrir el camino hacia un futuro menos marcado por la violencia y la privación.
La visita también tuvo una fuerte dimensión pastoral. En respuesta a los llamamientos de los sacerdotes locales, Baturi anunció planes para una peregrinación colectiva de obispos italianos a Tierra Santa, junto con esfuerzos para promover nuevas peregrinaciones para los fieles. El objetivo, enfatizó, no es meramente devocional, sino relacional: forjar amistades con las comunidades cristianas de Judea, Galilea y más allá. «Esta es una forma concreta de cercanía y solidaridad», explicó.
Por su parte, el cardenal Pizzaballa expresó su gratitud por la presencia y el apoyo de la Iglesia italiana, subrayando que los gestos de empatía son particularmente vitales en tiempos de aislamiento. Recordó a los presentes que la esperanza no se sostiene solo con palabras. “La esperanza necesita gestos, contextos donde se construyan la unidad y la comunidad”, dijo. “En medio del sufrimiento, la presencia de alguien que te acompaña es en sí misma un signo de esperanza”.
El viaje de la delegación de la CEI fue, por lo tanto, más que un encuentro diplomático. Fue un intento deliberado de vincular la fe con la acción, la devoción con la responsabilidad, y la Iglesia global con uno de sus puntos más frágiles. Al invertir en salud, educación y solidaridad pastoral, los obispos italianos buscaron recordar a las comunidades de Tierra Santa que no están olvidadas ni solas.
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