(ZENIT Noticias / Lourdes, 01.10.2025).- Cada tarde en Lourdes, mientras las sombras se posan sobre las verdes colinas de los Pirineos, un río de llamas titilantes inicia su lento recorrido desde la Gruta de las Apariciones. La procesión a la luz de las velas —un intrincado ritual nacido hace más de 150 años— ha sido durante mucho tiempo la expresión más cautivadora de la vida del santuario, un mosaico de oración, canto y silencio compartido que trasciende la mera devoción para convertirse en un hito cultural. Ahora, Lourdes ha iniciado formalmente una iniciativa para que esta preciada tradición sea reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de Francia.
La solicitud, presentada ante el Ministerio de Cultura el 26 de septiembre, representa más que un simple gesto burocrático. Es una declaración de que lo que comenzó con el humilde acto de Bernadette Soubirous portando una sola vela ha florecido en un tapiz caleidoscópico donde la fe y la cultura se entrelazan. A lo largo de las décadas, miles de personas han recorrido el mismo camino alrededor de la Explanada del Rosario, creando un laberinto viviente de luz que atrae a peregrinos de todo el mundo.
Los historiadores a menudo indagan en los orígenes de esta devoción, señalando que para 1863 los visitantes ya imitaban el gesto de Bernadette, y en 1864 la primera procesión orquestada iluminó el cielo nocturno durante la consagración de la imagen de la Virgen. Lo que una vez fue una frágil llama en la mano de una niña se ha convertido en un espectáculo que puede atraer a 17.000 personas solo en la festividad de la Asunción. El rosario, recitado en un coro de idiomas, confiere al evento una fuerza inagotable: voces diversas reimaginadas en una oración trascendente.
Los líderes del santuario están convencidos de que el reconocimiento como patrimonio nacional sería solo el primer paso hacia una posible inscripción en la lista de la UNESCO, donde la procesión se uniría a tradiciones globales que, si bien diversas en su forma, comparten la capacidad de unir comunidades a través del tiempo y el espacio. En dicho registro, la procesión de Lourdes no se reduciría a un ritual religioso, sino que se elevaría como un emblema del deseo de la humanidad de celebrar lo que yace más allá de sí misma.
Al mismo tiempo, Lourdes salvaguarda su pasado de otras maneras. Un nuevo Centro de Recursos Históricos reunirá archivos, manuscritos y artefactos en un único repositorio. Esta iniciativa orquesta la memoria con el mismo cuidado con el que la procesión organiza la oración, garantizando que las generaciones futuras puedan adentrarse en la enigmática historia del santuario.
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