(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 03.10.2025).- En la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa León XIV recibió en audiencia privada aun grupo de personas participantes en el Encuentro «Refugiados y migrantes en nuestra casa común». Durante el discurso, que ZENIT ofrece traducido al castellano, el Papa León XIV introdujo uno de los nuevos conceptos de su pontificado: la globalización de la impotencia.
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Comencemos, pues, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La paz sea con ustedes. Buenos días a todos y bienvenidos.
Es un placer darles la bienvenida al Vaticano para su conferencia, cuyo tema es «Refugiados y migrantes en nuestra casa común». Agradezco a los organizadores de estas jornadas de debate, reflexión y colaboración, así como a cada uno de ustedes por su presencia y sus contribuciones a esta iniciativa.
El tiempo que pasan juntos da inicio a un proyecto trienal destinado a crear «planes de acción» centrados en cuatro pilares fundamentales: docencia, investigación, servicio e incidencia política. Al hacerlo, atienden la invitación del Papa Francisco a las comunidades académicas para que ayuden a responder a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas desplazados, centrándose en sus áreas de especialización (cf. Discurso a los participantes en el Encuentro sobre Refugiados, organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana, 29 de septiembre de 2022).

Estos pilares forman parte de una misma misión: reunir las voces más autorizadas de diversas disciplinas para responder a los urgentes desafíos actuales que plantea el creciente número de personas, que actualmente se estima en más de 100 millones, afectadas por la migración y el desplazamiento. Ruego que sus esfuerzos en este sentido generen nuevas ideas y enfoques, buscando siempre situar la dignidad de cada persona humana en el centro de cada solución.
Al continuar su reunión, quisiera sugerirles dos temas que podrían integrar en sus planes de acción: la reconciliación y la esperanza.
Uno de los obstáculos que a menudo surgen al afrontar dificultades de esta magnitud es la indiferencia, tanto de las instituciones como de las personas. Mi venerable predecesor habló de una «globalización de la indiferencia», en la que nos acostumbramos al sufrimiento ajeno y ya no buscamos aliviarlo. Esto puede llevarnos a lo que antes llamé la «globalización de la impotencia», cuando corremos el riesgo de quedarnos inmóviles, silenciosos y quizás tristes, pensando que no hay nada que hacer ante el sufrimiento de inocentes (véase el Mensaje de Video con motivo de la presentación de la candidatura del proyecto «Gestos de Acogida» a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO, 12 de septiembre de 2025).
Así como el Papa Francisco habló de la cultura del encuentro como antídoto contra la globalización de la indiferencia, también nosotros debemos comprometernos a abordar la globalización de la impotencia promoviendo una cultura de la reconciliación. En esta particular forma de encontrarnos con los demás, «debemos encontrarnos sanando nuestras heridas, perdonándonos mutuamente por el mal que hemos hecho y también por el mal que no hemos hecho, pero cuyas consecuencias soportamos» (ibíd.). Esto requiere paciencia, disposición a escuchar, capacidad de identificarnos con el dolor ajeno y reconocer que compartimos los mismos sueños y esperanzas.

Por lo tanto, los animo a proponer maneras concretas de promover gestos y políticas de reconciliación, especialmente en países donde persisten profundas heridas debido a conflictos de larga data. No es una tarea sencilla, pero para que los esfuerzos por lograr un cambio duradero tengan éxito, deben incluir maneras de conmover los corazones y las mentes.
Al formular sus planes de acción, también es importante recordar que las personas migrantes y refugiadas pueden ser testigos privilegiados de esperanza gracias a su resiliencia y confianza en Dios (cf. Mensaje para la 111.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado). A menudo mantienen la fuerza mientras buscan un futuro mejor, a pesar de los obstáculos que encuentran. Mientras nos preparamos para celebrar los Jubileos de los Migrantes y las Misiones en este Año Santo Jubilar, los animo a destacar estos ejemplos de esperanza en las comunidades a las que sirven. Al hacerlo, pueden servir de inspiración a otros y ayudarlos a encontrar maneras de abordar los desafíos que han enfrentado en sus propias vidas.

Con estos sentimientos, les deseo una conferencia fructífera y rezo para que, iluminados por el Espíritu Santo, sigan trabajando para encontrar soluciones integrales que promuevan una cultura de encuentro, reconciliación y solidaridad fraterna en beneficio de todos. Les imparto de corazón mi bendición a cada uno de ustedes y a todos los que forman parte de su misión. Gracias.
Oremos juntos como nos enseñó Jesús: Padre nuestro…
Traducción del original en lengua italiana realizado por el director editorial de ZENIT.
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