(ZENIT – 5 junio 2019).- “La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza”.
Este es el mensaje transmitido por el Papa en su cuenta de Twitter, hoy, 5 de junio de 2019, ante la muerte de Noa Pothoven, el pasado domingo 2 de junio.
Noa Pothoven
Noa era una joven holandesa de 17 años aquejada de estrés postraumático tras varias violaciones, anorexia y depresión.
La joven pidió atención médica especializada a una clínica privada de su país para ayudarla a morir. Finalmente, según informa la periodista Naomi O’Leary, su petición fue rechazada y murió tras dejar de comer y beber, decisión que sus padres y doctores aceptaron.
En los Países Bajos la eutanasia y el suicidio asistido constituyen prácticas legales que los niños de 12 años de edad pueden solicitar con el permiso de los padres y sin él a partir de los 16.
Su familia ha denunciado precisamente la falta de lugares en su país para jóvenes con problemas físicos y mentales como los de Noa.
Medicina paliativa
En su artículo sobre el caso del suicidio asistido de María José Carrasco, Justo Aznar Lucea, Director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia, y Emilio García Sánchez, profesor de Bioética en Ciencias de la Salud de la Universidad CEU Cardenal Herrera (Valencia), señalan la necesidad de legislar en materia de “cuidados paliativos de calidad” para las personas que sufren dolencias físicas y psíquicas como las de Noa.
Compromiso de los gobiernos y la sociedad
Para ellos, es “un deber del Estado de universalizar el derecho y el acceso a estos cuidados” y se trata de un objetivo que solo se puede lograr “a través del compromiso de los gobernantes y la colaboración de sociedades compasivas y solidarias con los más vulnerables, que pongan en marcha equipos multidisciplinares de profesionales médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, asistentes espirituales».
Así, subrayan también que “actualmente, en todos los casos de sufrimiento causado por dolores físicos y/o mentales, la medicina paliativa ya ha demostrado su eficacia para neutralizarlos o al menos disminuirlos”.