(ZENIT – 7 agosto 2019).- «El amor cristiano es el camino para dar sentido a la vida y superar el límite de la muerte»: este es el tema de la catequesis de Mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, pronunciada en Medjugorje (Bosnia- Herzegovina) con ocasión de la XXX edición del Festival de la Juventud (1-6 de agosto de 2019).
«El Evangelio es una propuesta de libertad para todos», dijo Mons. Fisichella en la catequesis difundida por los medios de comunicación vaticanos. «Es la salvación para aquellos que desean dar pleno sentido a sus vidas y que están dispuestos a abrir sus corazones para dejarlos ser transformados por el poder de la gracia».
«Preocuparse por anunciar del Evangelio -dijo- es una carrera (…) Tener simpatía por el destinatario es un rasgo fundamental de la nueva evangelización. Cuando nos acercamos a alguien, debemos hacerlo con gentileza y respeto, sabiendo que estamos jugando con su libertad». Y alentó: «Corramos por el camino para llegar a los que tienen el deseo y la nostalgia de Dios. Ofrezcámosles la Palabra que salva y perdona. Una palabra que habla de Amor».
«¿Quién es el hombre? ¿Y qué es lo que le une a Dios?, cuestionó el presidente del dicasterio. «Si quiere encontrar la solución que le permita salir del carácter enigmático de la existencia, puede integrarse en el camino que conduce a Jesucristo, una condición que le posibilita permanecer libre frente a sí mismo, capaz de superar la contradicción porque cuenta con la capacidad de encontrar el sentido de la existencia».
«El sentido es la condición vital para motivar nuestro arraigo en la tradición y en la historia y no somos individuos aislados en un mundo que no nos pertenece». El sentido, explicó Mons. Fisichella, «es la capacidad de mirar al presente aceptando sus desafíos, es la apertura a la trascendencia como un espacio en el que la fuerza del infinito que está en cada uno de nosotros encuentra finalmente su realización».
Citando a san Bernardo, que afirma que «cuando Dios ama, no desea otra cosa que ser amado», el arzobispo recordó que «todas las formas de amor humano expresan cada una un camino propedéutico que, sin embargo, debe conducir al amor cristiano; sigue siendo la respuesta última y satisfactoria, capaz de ir más allá del límite de la muerte».
«Se podría concluir fácilmente sosteniendo que cuando le dices a alguien «te amo'» es como si le dijeras: «Nunca morirás». El sello establecido entre las dos personas ya no puede ser removido, permanece más allá de la muerte mostrando el verdadero rostro del amor».