(ZENIT – 11 dic. 2019).- Del 12 al 13 de diciembre de 2019, la Academia Pontificia de las Ciencias promueve la “Cumbre de Mujeres Jueces Africanas sobre Trata de Seres Humanos y Crimen Organizado” en el Vaticano.
Esta cumbre es la continuación de un evento similar realizado en 2017, enfocado en los problemas específicos del continente africano y a la primera cumbre bajo este título, celebrada en 2018 en la misma fecha.
Las magistradas se reunirán en la Casina Pio IV para compartir problemas, conocimientos y experiencias en torno a los citados temas y provienen de países como Nigeria, Costa de Márfil, Uganda, Sierra Leona, Sudáfrica, Malawi, Liberia o Ghana. No obstante, también acudirán profesionales y colaboradores de Estados Unidos y Europa.
Además de las intervenciones de tres delegaciones (Kenia, Nigeria y Túnez) y momentos de discusión, el programa incluye una audiencia con el Papa Francisco el día 13.
Palabras de Mons. Sorondo
En su alocución sobre la cumbre, Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias, señala que “vivimos en una época en la que la historia parece volver hacia atrás y aún en contextos signados por la revolución comunicacional y tecnológica de la Inteligencia Artificial y los Robots, la justicia aparece hoy como una asignatura postergada y pendiente”.
Así, para el prelado, las magistradas participan este evento para “orientar una crisis que está llevando al mundo a profundizar en lo que el Papa Francisco ha llamado ‘la globalización de la indiferencia’, con sus desastrosas consecuencias para el planeta y las personas que lo habitan, especialmente el progresivo aumento de la trata de personas, sea en el trabajo forzado, sea en la prostitución sea, en fin, en la venta de órganos”.
Proceso de inclusión
“Sin acceso general e irrestricto a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de toda persona no puede haber ni orden ni desarrollo sostenible integral”, subrayó Mons. Sánchez Sorondo. Y añadió que “los pobres y vulnerables que sufren una situación de esclavitud debida a su situación de trabajo forzado, prostitución o venta de órganos deben ser parte de la solución, no del problema” y deben “participar de manera real y no meramente formal en un proceso de inclusión”.
Para ello, es preciso que el sistema judicial garantice “que las oportunidades de educación, vivienda y empleo estén disponibles para toda persona víctima de las nuevas formas de esclavitud” y “el acceso a la justicia para las poblaciones vulnerables a fin de que éstas puedan litigar en pos del acceso al reconocimiento la dignidad del propio cuerpo cuando los otros poderes públicos no han podido, querido o sabido garantizar”.
Francisco sobre los jueces
Con respecto al papel de los jueces en la sociedad, el Papa Francisco resaltó en la Cumbre de magistrados panamericanos celebrada el pasado mes de junio que su misión, “noble y pesada, pide consagrarse al servicio de la justicia y del bien común con el llamado constante a que los derechos de las personas y especialmente de los más vulnerables sean respetados y garantizados”.
“Un sistema político-económico, para su sano desarrollo, necesita garantizar que la democracia no sea sólo nominal, sino que pueda verse plasmada en acciones concretas que velen por la dignidad de todos sus habitantes bajo la lógica del bien común, en un llamado a la solidaridad y una opción preferencial por los pobres (cf. Carta enc. Laudato si’, 158)”, resaltó.
Y esto, aclaró el Santo Padre, “exige los esfuerzos de las máximas autoridades, y por cierto del poder judicial, para reducir la distancia entre el reconocimiento jurídico y la práctica del mismo. No hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza, ni justicia en la inequidad”.