(ZENIT – 30 dic. 2019).- Con ocasión de los 170 años de la fundación (1850-2020) de La Civiltà Cattolica, la revista de los jesuitas, el Papa Francisco envió al director de la publicación, Antonio Spadaro, un quirógrafo, es decir, un mensaje escrito por él, que aparecerá en la portada del primer número de enero de 2020, el sábado 4 de enero.
La revista vive, hoy como entonces, de una relación especial con el Pontífice. “Gracias por la ayuda que me ofrecen también a mí”, ha redactado el Papa, “deseo que sean creativos”: “hagan discernimiento y combatan el odio, la mezquindad y los prejuicios”.
La Civiltà Cattolica se ha convertido en una «revista internacional de los jesuitas». Internacional porque siempre ha tenido una amplia mirada sobre el mundo y sus tensiones geopolíticas y religiosas; internacional porque desde abril de 2017 la revista se publica en 5 idiomas; internacional porque desde febrero de 2018 el consejo de escritores se ha ampliado gracias a un grupo de 12 «corresponsales» de todo el mundo, pero también a muchos otros jesuitas de diversas naciones.
El Papa Francisco confirma a los miembros de la revista en su «misión» al escribir en su mensaje: «Os deseo que seáis creativos en Dios explorando nuevos caminos, también gracias al nuevo aliento internacional que anima la revista: podéis escuchar las voces de muchas fronteras que surgen de las páginas».
A continuación, reproducimos el texto escrito por el Santo Padre:
Quirógrafo del Papa
Hace 170 años el beato Pío IX pidió a la Compañía de Jesús que fundará “La Civiltà Cattolica”. Desde entonces ella acompaña fielmente al Papa. Gracias por la ayuda que ofrecen también a mí.
Continúen viviendo la dinámica entre vida y pensamiento con ojos que escuchan, sabiendo que la “civiltà cattolica” es aquella del Buen Samaritano.
Les deseo que sean creativos en Dios explorando nuevos caminos, también gracias al nuevo respiro internacional que anima la revista: se oyen salir de las páginas las voces de tantas fronteras que se escuchan.
Hagan discernimiento sobre los lenguajes, combatan el odio, la mezquindad y los prejuicios. Y sobre todo no se contenten con hacer propuestas de reparación o de síntesis abstracta: acepten en cambio el desafío de las inquietudes desbordantes del tiempo presente, en el cual Dios está siempre en la obra.