(zenit – 7 agosto 2020).- Son aún muchas las preguntas que se suscitan en relación con esta vacuna, por lo que diversos investigadores afirman “que se debe de proceder con mucha cautela y que se requiere aun una amplia y transparente evaluación de los riesgos y sobre todo una comunicación honesta de los perjuicios que puedan existir”.
Con fecha 21 de julio, se difundió ampliamente en diversos medios de comunicación social la publicación de un artículo en la revista The Lancet, de fecha 20 de julio, en el que se comunican los resultados preliminares de la vacuna que se está desarrollando en el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, en colaboración con la firma farmacéutica AstraZenecka. En relación con ello, llama la atención, en primer lugar, que en el mismo número se publican también los resultados de la vacuna china, promovida por la firma CanSino Biologics, en colaboración con la Universidad de Wuhan, de la cual no se da ninguna noticia, siendo que ambas vacunas, según se especifica en The Lancet, están en una fase muy similar de evolución.
Indudablemente es ésta una noticia muy positiva, pero puede ser que de lugar a una euforia un tanto desmesurada.
En el mismo número de Lancet se publica un Editorial, firmado por Naor Bar-Zeer y William J Moss del “International Vaccine Access Center, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health”, de Baltimore, en el que se comentan ambos artículos. En él, se especifica en primer lugar, que los resultados publicados auguran un buen desarrollo de los ensayos clínicos en fase 3 de ambas vacunas. También se indica que estos ensayos están aún por desarrollarse y existen objetivas incógnitas de lo que ocurrirá tras dicho desarrollo. Igualmente comentan “que los ensayos clínicos de estas vacunas contra la Covid-19 son pequeños, por lo que se requiere precaución para evaluarlos, aunque indudablemente los caminos que abren son laudables”, pero se apunta también “que permanece aun mucho desconocido acerca del desarrollo de estas vacunas contra la COVID-19”, por lo que los editorialistas se preguntan: ¿Cómo se van a desarrollar los ensayos en fase 3? ¿Deberían ser rápidos, pragmáticos y bastante amplios para asegurar la eficacia en grupos de personas determinados? ¿Será adecuada una única dosis en los adultos para ser inmunizados? ¿Será suficiente la respuesta inmune en cuanto al tiempo que concede de inmunidad a los pacientes? ¿Esta respuesta variará entre las dos vacunas? ¿Habrá diferencias en la respuesta inmune en relación con la edad, sexo o etnicidad de las personas que la reciben? ¿Pueden haber efectos adversos específicos en las mujeres embarazadas?”. Es decir, son aún muchas las preguntas que se suscitan en relación con esta vacuna, por lo que los autores del Editorial comentan “que se debe de proceder con mucha cautela y que se requiere aun una amplia y transparente evaluación de los riesgos y sobre todo una comunicación honesta de los perjuicios que puedan existir”.
Finalmente hacen una reflexión sobre los problemas que puede conllevar una distribución equitativa de la vacuna, en relación con las necesidades locales y las prioridades de los grupos poblacionales.
Es decir, nos parece que aunque lo difundido por los medios de comunicación en base a los dos estudio de Lancet es muy positivo, existe el peligro que se haya transmitido un mensaje no totalmente acorde con la realidad sobre el desarrollo y la fase de investigación de ambas vacunas, la de Oxford y la China.
Observatorio de Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia