(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.04.2022).- Hasta hace pocas semanas, en la agenda del Papa para el resto de 2022 estaba previsto un encuentro con el patriarca ruso de Moscú. Inicialmente se habló del Líbano como lugar para encontrarse. Posteriormente se precisó que Jerusalén. Gracias a una respuesta en una entrevista concedida a un periodista del diario argentino La Nación sabemos que, al final, el encuentro entre el líder de la Iglesia católica y el de la iglesia ortodoxa rusa no se tendrá.
Hablando de su relación con Kirill de Moscú el Papa dice que “es muy buena”. Y a continuación añade:
“Lamento que el Vaticano haya tenido que levantar una segunda reunión con el patriarca Kirill, que teníamos programada para junio en Jerusalén. Pero nuestra diplomacia entendió que una reunión de los dos en estos momentos podía prestarse a muchas confusiones. Yo siempre promoví el diálogo interreligioso. Cuando era arzobispo de Buenos Aires junté en un fructífero diálogo a cristianos, judíos y musulmanes. Fue una de las iniciativas de las que me siento más orgulloso. Es la misma política que promuevo en el Vaticano. Como usted me escuchó muchas veces, para mí el acuerdo es superior al conflicto”.
A raíz de la invasión rusa de Ucrania y el posicionamiento del patriarca Kirill a favor de las políticas de Vladimir Putin, prácticamente el mundo ortodoxo ha dejado en aislamiento a Kirill (salvo los ortodoxos serbios y los bielorusos). Incluso muchos sacerdotes que dependen eclesiásticamente de ese patriarcado se han manifestado contrarios al patriarca moscovita. También diversas confesiones cristianas del ámbito protestante europeo han exigido gestos de condena del patriarca Kirill contra la guerra en Ucrania. El Papa es tal vez el único líder religioso que no ha confrontado directamente a Kirill. De hecho, a pocas semanas del inicio de la guerra tuvo una video llamada con él.
En la entrevista también se le pregunta directamente por qué no cita el nombre de Putin o el de Rusia. A eso hay una explicación y el Papa la da de este modo:
“Un papa nunca nombra a un jefe de Estado ni mucho menos a un país, que es superior a su jefe de Estado”.