Por: De Grazia / S. Giuliano
(ZENIT Noticias / Jerusalén, 24.02.2023).- La acción de la Iglesia en Siria es una realidad. Tras los terremotos que han dejado tanto en Siria como un Turquía una suma total de casi 50 mil muertos, el Custodio Franciscano de Tierra Santa ofrece una panorámica no sólo de lo sucedido sino también de lo que a nombre de la Iglesia está haciendo como respuesta la Orden Franciscana.
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Pregunta: Padre Custodio, el terremoto en Siria movilizó inmediatamente a las comunidades franciscanas presentes en la zona para llevar ayuda y apoyo a la población local. ¿Puede hablarnos de la situación a la luz de las últimas noticias que ha recibido?
Respuesta: Estoy en contacto diario con todos los frailes que viven actualmente en Siria. La situación en Damasco es sustancialmente tranquila, porque la ciudad no fue fuertemente golpeada por el terremoto. Sin embargo, en Damasco nuestros frailes están acogiendo a desplazados que han venido de las zonas más atormentadas y que ahora encuentran refugio en el Casanova (un hotel para peregrinos, ed.) vinculado al Santuario de la Conversión de San Pablo. La situación en Alepo es ciertamente más grave, porque en Alepo la furia del terremoto se ha superpuesto a la destrucción de más de diez años de guerra, dando el golpe de gracia a muchas estructuras que ya habían sido devastadas por morteros, bombardeos y demás. Hay unas cuatro mil personas atendidas diariamente por nuestros frailes, coordinados por el Padre Guardián, el Hermano Bahjat, repartidos entre el Colegio de Tierra Santa, que es actualmente el lugar donde se aloja a la mayoría de los desplazados, la parroquia franciscana y el centro de Er-Ram. También en Latakia hubo una necesidad inmediata de acoger a personas, que fueron alojadas en salones parroquiales. En todas estas ciudades, no se trata sólo de proporcionar un techo, sino también alimentos: especialmente en Alepo, donde se distribuyen 4.000 comidas al día.
Pregunta: Entre las comunidades de Siria, ¿puede decirnos cuál es la zona más gravemente afectada?
Respuesta: La situación más dramática afecta a los pueblos del valle del Orontes, en la región de Idlib, porque es la zona de más difícil acceso y donde el terremoto golpeó con más fuerza. Aquí las circunstancias, ya críticas debido al aislamiento de la zona y también al hecho de que está bajo control yihadista, han empeorado exponencialmente con los daños del terremoto. En estos momentos, uno de nuestros frailes, el Hermano Louai, está siguiendo la situación en Yacoubieh y los pueblos vecinos. La propia iglesia de Yacoubieh es inhabitable y nuestras estructuras están dañadas y son inseguras. La mayoría de los habitantes han perdido sus casas.
Pregunta: La Custodia de Tierra Santa está promoviendo una campaña de recogida de fondos para Siria a través de dos canales, el de la Asociación Pro Terra Sancta y el del Economato de la Custodia. ¿Puede decirnos cómo ayudará esta ayuda a los frailes y al pueblo sirio?
Respuesta: La ayuda económica y financiera puede ayudar a los frailes sirios porque les permite comprar artículos de primera necesidad que son fundamentales en esta coyuntura. Ya en Alepo, el propio gobierno está ayudando a nuestra comunidad proporcionando gasóleo, gasolina y alimentos, porque distribuir cuatro mil comidas al día es una misión extremadamente exigente. Si se me permite la broma, Jesús multiplicó los panes y los peces para 5.000 personas, pero lo hizo dos veces en los Evangelios: aquí tenemos que abastecer a todas estas personas cada día.
A través de estas colectas todo el mundo puede poner de su parte: los particulares pueden ayudarnos a cubrir las necesidades básicas. Por supuesto, no somos las Naciones Unidas. Lo que hacemos es una gota en el océano, pero al menos unos cientos de personas pueden tener un techo, una manta, una comida caliente. Se han puesto en marcha acciones de solidaridad que conmueven: en los últimos días se ha puesto en contacto conmigo de un pueblo de Trentino (Italia) donde niños y jóvenes han donado la recaudación íntegra de una obra de teatro en beneficio de las víctimas del terremoto. Es una señal de que la gente es sensible y de que todos pueden ayudar.
Pregunta: Hemos sabido que algunos hermanos van a apoyar el duro trabajo de los franciscanos en la comunidad de Alepo.
Respuesta: Hay algunos hermanos jóvenes que se van, que harán turnos para servir allí. Yo mismo, en cuanto pueda, intentaré visitar a los hermanos para animarles a ellos y a la población local. Es necesario y fundamental que las figuras institucionales también estén presentes.
Pregunta: Sobre el delicadísimo tema de las sanciones contra el gobierno de Damasco, usted mismo ha sugerido en los últimos días que se debería optar por una solución inteligente de flexibilización de las sanciones. ¿Cree que estamos avanzando en esta dirección?
Respuesta: Estados Unidos ya ha decidido suspender las sanciones durante 180 días y eso es muy positivo. Esperemos que Europa haga lo mismo y, sobre todo, que se suspendan las sanciones que impiden la ayuda humanitaria, que son inmorales e inhumanas desde mi punto de vista, porque afectan a la gente corriente, a la población civil y a los grupos más débiles. La situación en Siria ya era crítica antes del terremoto: aquí, la gente vive con 50 dólares al mes, con el combustible y la electricidad racionados… ¿Quién de nosotros resistiría en una situación así? ¿Quién de nosotros podría aguantar hoy con una o dos horas de electricidad al día? ¿O con el pan racionado? Hay que ver las cosas desde el punto de vista de la dignidad humana, de la dignidad de la persona.
Pregunta: ¿Le gustaría compartir algún aspecto particular de esta extraordinaria y dramática situación que más le haya impresionado en estos días?
Respuesta: Lo que más me impresionó fue el espíritu de abnegación que nuestros hermanos demostraron inmediatamente. Desde las primeras horas, una vez superado el susto que les sobrecogía incluso a ellos, no escatimaron ni un momento y trabajaron sin descanso para acoger a los desplazados, consolar a los que habían perdido a alguien, ir a visitar a los desaparecidos en los pueblos: pienso en los que viven en el valle del Orontes. Han participado y siguen participando y compartiendo el sufrimiento y el sacrificio del pueblo, y al mismo tiempo han abierto completamente las puertas de los monasterios. Cuando me preguntaron: ¿qué debemos hacer? yo mismo les dije: ‘poned a disposición todo lo que podáis’, porque esto forma parte de nuestra propia opción de vida. Todos ellos, ante el peligro, nunca anteponen su bien y su seguridad personal al bien y la ayuda de los demás.
Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT. Información de la Custodia Franciscana para Tierra Santa.