(ZENIT Noticias – KAI / Varsovia, 09.03.2023).- El libro de Overbeek sigue una agenda predeterminada, su autor carece de formación histórica y es casi totalmente acrítico con los archivos de la Policía Secreta comunista. Esta es la valoración del libro de Ekke Overbeek publicado en Polonia, “Maxima Culpa. Jan Paweł II wiedział” [Máxima Culpa. Juan Pablo II sabía] de Marcin Przeciszewski, presidente de la Agencia Católica de Información de Polonia (KAI). La publicación también ha sido duramente criticada por otros historiadores polacos que se ocupan de la historia más reciente de la Iglesia. El libro trata de la conducta del arzobispo de Cracovia y más tarde del Papa ante los casos de pederastia en la Iglesia.
El autor intenta demostrar que Juan Pablo II encubrió casos de pederastia entre el clero en la época en que era metropolitano de Cracovia y siguió haciéndolo durante todo su pontificado. Al comentar el trabajo del periodista holandés, Przeciszewski dijo que la publicación contiene acusaciones mordaces pero en gran medida infundadas contra el Papa Wojtyła.
«El autor ignora por completo el hecho de que fue Juan Pablo II el primer Papa que inició una lucha sistemática contra los abusos sexuales entre el clero, a escala mundial», subrayó el responsable de KAI. En un análisis publicado en la página web de la KAI, Przeciszewski refuta las tesis y afirmaciones de Overbeek, que acusa a Juan Pablo II de ignorar y encubrir los casos de pederastia y de inacción ante este grave problema. Przeciszewski recuerda las sucesivas medidas tomadas por el Papa Wojtyła desde que tuvo conocimiento de la espantosa magnitud de la pederastia en Estados Unidos, entre ellas sus decisivos discursos a los obispos de Estados Unidos e Irlanda y el crucial documento “Sacramentorum sanctitatis tutela” (Protección de la santidad de los sacramentos) de 2001, al que siguieron las normas de la Congregación para la Doctrina de la Fe, “De gravioribus delictis” (Sobre los delitos más graves), publicadas tras la muerte del Papa.
Przeciszewski indica que Juan Pablo II contribuyó decisivamente a la puesta en marcha de normas contra la pederastia en la Iglesia en todo el mundo. «Naturalmente, esta información no se encuentra en el libro de Overbeek», escribe el publicista, citando ejemplos de tergiversaciones e interpretaciones tendenciosas del autor del libro utilizadas para arrastrar el nombre de Juan Pablo II por el fango.
Refiriéndose a la conducta de Wojtyła descrita en el libro como arzobispo de Cracovia, el responsable de KAI llama la atención sobre el modo imprudente e ingenuo en que se abordaron los documentos de los servicios de seguridad comunistas.
El Dr. Marek Lasota, respetado historiador y durante muchos años director de la sección de Cracovia del Instituto del Recuerdo Nacional, adopta un punto de vista similar. Centrándose en cuatro casos, Overbeek sostiene que Wojtyła, a pesar de su conocimiento, intentó encubrir los delitos de los sacerdotes pedófilos y, en lugar de castigarlos explícitamente, los trasladó de una parroquia a otra. Comentando estas afirmaciones sensacionalistas, el doctor Lasota subraya que hay que tener en cuenta que el cardenal Wojtyła delegaba sus funciones, no se ocupaba personalmente de todos los casos y que, aunque ciertos documentos llegaran a la curia, no tenía por qué estar al corriente de todos ellos. «En otras palabras, la conclusión general de que debía estar al corriente de todo carece de justificación a la luz de estas fuentes», señala el historiador.
Según Marcin Przeciszewski, para explicar de forma fidedigna los casos de sacerdotes que, como subordinados del entonces arzobispo de Cracovia, abusaron sexualmente de menores, es imprescindible realizar una consulta adecuada en los archivos de la Iglesia. No se trata de recurrir acríticamente a los archivos de los servicios secretos comunistas, sino de comparar y contrastar estos documentos con la información existente en los recursos de la Iglesia. «Un informe especial sobre este tema, basado en el contenido de los archivos de la archidiócesis de Cracovia, parece aconsejable para conocer la verdad y también para una justa defensa de Juan Pablo II. Sería necesario en este caso abandonar la práctica de hacer confidenciales estos archivos personales durante un período de 50 años, porque parece necesario para el bien común», concluye el responsable del KAI.
Traducción del original en lengua inglesa realizada por el director editorial de ZENIT.