(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 22.06.2023).- Sucedió la mañana del jueves 22 de junio: el Papa recibió en audiencia a los participantes en la 96ª Asamblea Plenaria de la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales (R.O.A.C.O.) y a la Conferencia de la Juventud. Pero se sinceró y fue muy claro: no pronunciaría el discurso que tenía preparado. Y también dijo abiertamente por qué: “Todavía estoy bajo los efectos de la anestesia, mi respiración no es buena”.
Las palabras del Papa han evidenciado algo que había pasado al segundo plano: el tema de la anestesia y también que la convalecencia que debería tener un hombre de 86 años no ha sido completamente respetada (basta ver la agenda del Papa desde el domingo 18 hasta el jueves 22 de junio). En una entrevista con Vatican Media, el doctor que operó al Papa dijo que no le preocupaba la salud del Papa: “¿Me preocupa la salud del Papa? No, en el sentido de que el Santo Padre, comparado con otros ancianos de 86 años, tiene un corazón perfecto, tiene análisis de sangre que envidiarían muchos ancianos de 50 años porque no tiene un parámetro fuera de lugar, ni uno solo: glucemia, colesterol, glóbulos blancos… Tiene un valor de hemoglobina excelente, no tiene ningún problema. Tiene los órganos vitales, los que tenemos en cuenta en los pacientes cuando tenemos que valorar la criticidad o no, sanos. Su corazón está sano, nunca ha tenido problemas, sus riñones funcionan muy bien, sus pulmones funcionan bien. Le has visto ocasionalmente tener ese silbido, pero recuerdas la cirugía adicional que tuvo en su juventud -la extirpación de parte del lóbulo-, así que tiene menos pulmón que los demás, pero siempre ha tenido eso… Esa no es la preocupación. La preocupación que tengo es que tenga una buena convalecencia: que él y los que le rodean este primer mes limiten un poco sus compromisos, no en general, sino los que son gravosos por lo que podrían ser las tensiones en la pared abdominal”.
La preocupación entonces era la de la convalecencia. Y a eso sólo puede responder el Papa mismo.