Este jueves, el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone dirigió un mensaje a los participantes en el congreso, que se celebra en la Universidad Gregoriana de Roma, con motivo del 50 aniversario del Tratado del Elíseo, promovido por las embajadas de Francia y de la República Federal Alemana (RFA) ante la Santa Sede con el tema “Cincuenta años de amistad francoalemana al servicio de Europa: la Unión Europea, un modelo para otras reconciliaciones”. Ofrecemos el texto del citado mensaje.
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¡Excelencias! ¡Distinguidas Autoridades! ¡Amables Señores y Señoras!
Con vivo interés el santo padre Benedicto XVI ha ha sabido de la conferencia acogida por la Pontificia Universidad Gregoriana, con motivo del 50 aniversario del Tratado del Elíseo, promovida por las embajadas de Francia y de la República Federal de Alemania ante la Santa Sede, sobre el tema “Cincuenta años de amistad francoalemana al servicio de Europa: la Unión Europea, un modelo para otras reconciliaciones”. Su Santidad me ha encargado transmitir a los participantes en tal evento su cordial saludo, asegurando su espiritual cercanía. Un particular pensamiento dirige el santo padre a los ilustres ponentes –señora Annegret Kramp-Karrenbauer, ministra presidenta del Saarland y encargada de la República Federal de Alemania para las relaciones culturales francoalemanas, señor Michel Barnier, comisario europeo para el mercado interno y los servicios, y señor Jacques Santer, expresidente de la Comisión Europea– que darán vida al intercambio de ideas, seguramente rico y estimulante, durante el debate.
Las celebraciones con motivo del 50 aniversario de una etapa importante en el común camino de riconciliación y de comprensión entre el pueblo francés y el alemán, traen a la memoria también el empeño personal de los padres del Tratado, Charles de Gaulle y Konrad Adenauer. Ya antes de la estipulación del Tratado mismo, los dos grandes protagonistas de la Europa postbélica, con su participación en la Misa de reconciliación de la catedral de Reims, pusieron de relieve que la política se basa en principios que ella no puede darse a sí misma. La ley moral natural, inscrita por el Creador en el corazón del hombre, y los valores y los derechos humanos plasmados en el Evangelio, con el fundamento de una política que verdaderamente se pone al servicio de la justicia y de la paz, así como del progreso de la entera familia humana. Sobre tal fundamento, la acción política deberá construirse también en el futuro, a fin de que cuanto ha sido logrado juntos no venga minado por nuevos desafíos y por miopes intereses particulares, o non se incluso abandonado. La paz es una tarea que permanece y que debe ser realizada siempre nuevamente.
Con estos sentimientos, el Santo Padre invoca sobre los participantes en el congreso, como también sobre las enteras poblaciones de Francia y de Alemania, la protección y la bendición de Dios para un futuro de paz y de libertad en sus países y en toda Europa.
Al formular mi personal augurio, presento a todos los más cordiales saludos.
Traducido del italiano por Nieves San Martín