San Pío de Pietrelcina profetizó el magnicidio frustrado de Alí Agca contra Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981. Se trata de una de las revelaciones de la vaticanista Cristina Siccardi en su libro «La monja que salvó a Juan Pablo II» (Ed. San Román).
Por tanto, el Padre Pío no sólo vaticinó que Karol Wojtyla sería papa sino también que sufriría un atentado del que saldría milagrosamente vivo gracias a la providencial intervención de la Virgen de Fátima y de una monja agustina, hija espiritual del propio fraile capuchino que se encontraba aquel día misteriosamente en la plaza de San Pedro.
¿Quién es esa mujer de la que ningún medio de comunicación se hace eco, pero a la que el propio criminal responsabiliza de frustrar el asesinato del Pontífice polaco? En su obra, Siccardi presenta una rigurosa investigación sobre sor Rita del Espíritu Santo, conocida como la ‘niña’ del Padre Pío, que falleció en olor de santidad el 26 de noviembre de 1992 en el monasterio de clausura de la Santa Croce sull’Arno.
De forma apasionante, la periodista e historiadora italiana explica como el padre Franco D’Anastasio, que trató a la religiosa durante muchos años y mantuvo numerosas conversaciones privadas con ella, las cuales sólo accedió a revelar tras su muerte, relata una de sus bilocaciones aquel fatídico 13 de mayo de 1981 en San Pedro.
En su declaración ante el juez, el sicario turco reconoció que una monja, en el momento del disparo desvió el tiro, que de lo contrario habría sido mortal. La propia mística reveló al sacerdote pasionista que ella fue la protagonista de ese hecho, añadiendo que ese día también estaba presente María Santísima en la Plaza.
En 2006, con motivo del vigésimo quinto aniversario del atentado del Papa, el cardenal Stanisław Dziwisz recibió una declaración firmada por el padre D’Anastasio, y refrendada por un notario, en la que figuran las palabras exactas que le refirió entonces sor Rita Montella.
La ‘vida de reparación’ de esta monja de clausura se mezcla con la del Padre Pío, y está llena de dones y carismas (entre otros, sus bilocaciones). Su vínculo con el fraile capuchino es muy especial y está documentado por el padre Teófilo dal Pozzo, una auténtica autoridad franciscana, que fue superior de la Provincia Capuchina de Foggia y director espiritual de la religiosa durante un tiempo, y también superior directo y amigo del santo.
El padre Teófilo fue testigo de las misiones compartidas de Pío de Pietrelcina y de sor Rita. Asimismo, fue el primero que verificó, de una manera rigurosa y profunda, los carismas que había recibido la religiosa agustina, junto con el padre D’Anastasio.