En la visita oficial que el santo padre ha realizado esta mañana al Palacio del Quirinale, el presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, en el discurso que ha dirigido, ha hecho referencia al lugar donde se estaba desarrollando el encuentro – el Quirinale – como un lugar en el que «vive, santidad, una historia que usted lleva dentro de sí, por no haber perdido nunca la huella de la tierra de origen de su familia, en la cual ha estado llamado ‘casi del final del mundo’ para guiar a la Iglesia de la silla de Pedro».
Giorgio Napolitano, 88 años, presidente de Italia por primera vez en el 2006 y reelegido para un segundo mandato, es el primer jefe de Estado que fue miembro del Partido Comunista Italiano.
Y no quisiera, ha continuado el presidente, que la solemnidad formal propia – por tradiciones y por espesor institucional – de esta ceremonia, empañase las expresiones de los sentimientos genuinos de cercanía y de afecto que su figura, su modo de dirigirse a todos nosotros, su compromiso pastoral, han suscitado desde los primeros momentos de su pontificado».
Asimismo, el presidente ha recordado el mensaje del papa emérito Benedicto XVI cuando el 17 de marzo de 2011, en el 150ª aniversario de la República Italiana, destacó «los dos principios supremos llamados a presidir en las relaciones entre Iglesia y comunidad política – el de la distinción de ambientes y el de la colaboración». Principios que, según ha afirmado el presidente Napolitano, «vemos hoy expresarse, santidad, con claridad y profundidad en su pensamiento y en sus palabras».
A continuación, ha destacado también que el santo padre transmite «de la forma más directa a cada uno de nosotros motivos de reflexión y grandes sugerencias para nuestra forma de actuar individual y colectivo. Y lo ha hecho en estos meses contándose a sí mismo, diciéndonos – con sorprendente generosidad y franqueza – mucho de su formación, de su evolución, de su visión». Y ha añadido que «a todos – creyentes y no creyentes – ha llegado a través de palabras sencillas y fuertes, su concepción de la Iglesia y de la fe».
Por otro lado, Napolitano ha dedicado unas líneas a hablar de los desafíos que enfrenta el mundo de hoy, como es la situación de restablecer la paz en regiones atormentadas por conflictos crueles como Oriente Medio y el Mediterráneo en el que en particular Italia y Europa unidas deben dan respuestas y compromisos eficaces.
Dando un paso más, el presidente de la República Italiana ha querido añadir que los desafíos que debe enfrentar el mundo de hoy son también de naturaleza «antropológica». Y dirigiéndose a Francisco ha afirmado que «la fuerte consideración por la persona, hasta ese su querer ‘mirar individualmente a la persona, una a la vez’, cuando habla a grandes masas reunidas para escucharle, es un carácter distintivo de su misión pastoral».
Señalando las duras consecuencias que está teniendo la crisis en Europa, Napolitano ha reconocido que traen responsabilidades comunes. Responsabilidades que la Iglesia asume ‘expresando y difundiendo sus valores’ y la política «recuperar participación, consenso y respeto, liberándose de la plaga de la corrupción y de los más mezquinos particularismos».