El futuro secretario de Estado Vaticano, monseñor Pietro Parolín salió ayer con destino Roma, para el día 15 de octubre asumir su nuevo cargo en la Santa Sede. Antes de dejar Venezuela, donde se encontraba hasta ahora desempeñando el cargo de nuncio apostólico, concedió una entrevista al periódico venezolano El Nacional.
Durante la entrevista Parolín habla sobre el futuro de la Iglesia, la Iglesia en Venezuela y el trabajo que ha desempeñado en este país como nuncio apostólico.
Cuando recibió su episcopado de manos de Benedicto XVI, escogió la frase de San Pablo: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?” y explica que lo hizo porque «creo que la vida cristiana antes de ser una serie de ritos, celebraciones y normas morales, es la experiencia fuerte de un amor que ha llegado hasta nosotros en Jesucristo. De este amor nadie puede separarnos, salvo nosotros mismos. Interrogado sobre cómo podrían incorporar más creyentes a la fe católica en un mundo con otros valores, comenta que «adoptando el método de Jesús: acercarse a cada persona, cualquiera sea su condición o situación, y ofrecerle esta experiencia fuerte del encuentro con el Señor». Así mismo, al preguntarle sobre cómo incorporar más creyentes a la fe católica en un mundo con otros valores, dice que «si nosotros somos perseverantes en el amor lograremos vencer cualquier resistencia. Cierto, se necesita mucha paciencia. Se necesita también aceptar el rechazo y, además, no debemos medir los resultados por números y cantidades como si fuéramos una empresa».
También le preguntan sobre su papel en la misión de limpiar la imagen de la Santa Sede con respecto a las denuncias de pedofilia y corrupción, Parolín explica que con Benedicto XVI «hemos visto todo el compromiso que la Iglesia ha tomado en el tema de la pedofilia y sobre eso el papa Francisco se ha pronunciado claramente, con medidas muy concretas» y añade que «imagino que el Papa pedirá una opinión y nuestro deber será decírsela con libertad y franqueza. Después, a él le tocará decidir sobre los diferentes asuntos».
Así mismo, le preguntan por el tema «de la intención real de la Iglesia por ser menos jerárquica e incorporar a los laicos en las decisiones de la institución». Al respecto, el futuro secretario de Estado Vaticano responde que «la Iglesia no es un lugar en el que hay diferentes clases de personas: los que están arriba y los que están debajo. La Iglesia es una comunión en la que todos son iguales porque han recibido el bautismo, lo que nos da la condición fundamental de ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros». Y añade que la «Iglesia no es un poder, en el sentido mundano del término, es un servicio».
Otro asunto que abordan es el papel que él jugó en Venezuela como nuncio apostólico. «Cuando presenté mis cartas credenciales dije que esperaba ayudar al diálogo entre las partes. Esto fue lo que siempre me propuse. Si de veras he podido ayudar en algo, agradezco al Señor porque me mandó aquí. Por lo malo que lo he hecho, tenemos que pedir perdón», responde Parolín. Y hace un balance de su trabajo aquí » Venezuela es un país al que le tengo gran cariño. Aquí tuve muchos momentos de encuentro con la gente y esto es lo que extrañaré: la fe sencilla, pero muy profunda de la gente». Sobre este asunto, finaliza comentado que «espero que los venezolanos se encuentren como hermanos. En la vida hay diferencias pero lo importante es que no se vuelvan conflictos, sino que sirvan para integrarse y trabajar por el bien común. Esa es mi inquietud, que la ha dicho la Conferencia Episcopal Venezolana muchas veces: es tiempo de reencuentro, de reconciliación, de escucharse, de respetarse, de dar espacio a todos».
Concluye la entrevista hablando de la Iglesia en Venezuela. Esta semana la directiva de la Conferencia Episcopal Venezolana se reunió con el papa en Roma. Sobre qué influencia podría tener para el futuro de la iglesia en esta país latinoamericano, Parolín responde que «los obispos visitan al Papa para ser confirmados en la fe. En el caso del papa Francisco, los obispos encontrarán indicaciones muy prácticas porque él conoce muy bien la situación y podrán conversar y encontrar líneas de acción que les sirvan cuando regresen a Venezuela». Y profundiza afirmando que «más allá de la polarización, se busca que la Iglesia sea una comunidad que se pueda aceptar recíprocamente. Escuché algunas experiencias muy bonitas en este sentido, de comunidades que, aunque estaban divididas políticamente, sabían superar estas diferencias y encontrarse en algo común que era la fe».