En el encuentro que el papa Francisco tuvo con los padres colaboradores de La Civiltà Cattolica anunció tres características para el trabajo cultural del jesuita: diálogo, discernimiento y frontera. Y este punto el papa lo volvió a abordar en la entrevista realizada por Antonio Spadaro y publicada la semana pasada (leer la entrevista completa aquí)
El periodista jesuita le pidió al santo padre que profundizara un poco más a lo que se refería cuando altertó de no caer ‘en la tentación de domesticar las fronteras’.
El papa explicó que «cuando insisto en la frontera de un modo especial, me refiero a la necesidad que tiene el hombre de cultura de estar inserido en el contexto en que actúa y sobre el que reflexiona. Nos acecha siempre el peligro de vivir en un laboratorio. La nuestra no es una fe-laboratorio, sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como un compendio de verdades abstractas. Me dan miedo los laboratorios porque en el laboratorio se toman los problemas y se los lleva uno a su casa, fuera de su contexto, para domesticarlos, para darles un barniz. No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces».
Y el papa puso un ejemplo al respecto a partir de su experiencia personal: «cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra cosa es ir allí, vivir allí y captar el problema desde dentro y estudiarlo», afirma Francisco.
Así mismo, habla de una carta del padre Arrupe a los Centros de Investigación y Acción Social (CIAS) sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experimenta, con una inserción directa en los lugares en los que se vive esa pobreza. Aunque al respecto el papa advierte que la palabra ‘inserción’ es peligrosa, «porque algunos religiosos la han tomado como una moda, y han sucedido desastres por falta de discernimiento. Pero es verdaderamente importante”.
Y da otro ejemplo: afirma que está vivo gracias a las religiosas que viven en los hospitales, que viven en las fronteras. Francisco explica que «con ocasión de mi problema de pulmón en el hospital, el médico me prescribió penicilina y estreptomicina en cierta dosis. La hermana que estaba de guardia la triplicó porque tenía ojo clínico, sabía lo que había que hacer porque estaba con los enfermos todo el día». El santo padre narra que el médico, » que verdaderamente era un buen médico, vivía en su laboratorio, la hermana vivía en la frontera y dialogaba con la frontera todos los días». Por eso confirma el santo padre que «domesticar las fronteras significa limitarse a hablar desde una posición de lejanía, encerrase en los laboratorios, que son cosas útiles. Pero la reflexión, para nosotros, debe partir de la experiencia».
En otro momento de la entrevista, Spadaro y el papa conversaron acerca del encuentro con Dios. El buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen de incertidumbre, comenta Francisco. «Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien». El santo padre explica que para él esto es una clave importante, que si uno tiene respuestas a todas las preguntas, «estamos ante una prueba de que Dios no está con él». Y por eso recuerda a los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, que «siempre han dado espacio a la duda». Así invita a ser humildes, «tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas», afirma el pontífice durante la entrevista.
El santo padre recomienda la actitud agustiniana: «buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarle siempre». También menciona la experiencia de los grandes Padres de la fe e invita a releer el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos. «Abrahán, por la fe, partió sin saber a dónde iba. Todos nuestros antepasados en la fe murieron teniendo ante los ojos los bienes prometidos, pero muy a lo lejos… No se nos ha entregado la vida como un guión en el que ya todo estuviera escrito, sino que consiste en andar, caminar, hacer, buscar, ver… Hay que embarcarse en la aventura de la búsqueda del encuentro y del dejarse buscar y dejarse encontrar por Dios”, recomienda el santo padre.
Así mismo recuerda que Dios está siempre el primero, «Dios primerea», «a Dios se le encuentro caminando, en el camino». Al respecto, el papa comenta que al oír esto alguno podría pensar que es relativismo. Por eso explica Francisco que hay te entenderlo en el sentido bíblico, «según el cual Dios es siempre una sorpresa y jamás se sabe dónde y cómo encontrarlo, porque no eres tú el que fija el tiempo ni el lugar para encontrarse con Él. Es preciso discernir el encuentro. Y por eso el discernimiento es fundamental”.
En relación a este argumento, Francisco subraya que “un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la ‘seguridad’ doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras. Por mi parte, tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de toda persona». Y añade que «Dios está en la vida de cada uno. Y aún cuando la vida de una persona haya sido un desastre, aunque los vicios, la droga o cualquier otra cosa la tengan destruida, Dios está en su vida». Por eso, concluye respecto a este tema, «se puede y se debe buscar a Dios en toda vida humana. Aunque la vida de una persona sea terreno lleno de espinas y hierbajos, alberga siempre un espacio en que puede crecer la buena semilla. Es necesario fiarse de Dios”.