ROMA, jueves 23 febrero 2012 (ZENIT.org).- La Jornada Mundial de la Juventud sigue dando que hablar. No solo por la frase gritada a los cuatro vientos: “¡Esta es la juventud del Papa!”, que se escucha hoy en todos los encuentros del santo padre con sus queridos jóvenes; sino también en ambientes de lo más formales como los de la embajada española ante la Santa Sede.
Y esto debido a que el pasado martes 21, por feliz iniciativa de su embajadora, María Jesús Figa López-Palop, se realizó una mesa redonda con el tema “¿La Iglesia es noticia aún? La experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid”, presidida por monseñor Claudio María Celli, presidente del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, quien tiene entre sus funciones acompañar al papa en la reflexión sobre los nuevos espacios mediáticos y en la mejora continua de la relación de la Iglesia con la opinión pública.
Por eso no fue extraño ver en la mesa redonda a periodistas que con diferentes puntos de vista y experiencias de la JMJ, se sentaran a dialogar con el presidente del dicasterio vaticano sobre una especie de ‘balance’, a seis meses del evento que se ha convertido en la reunión más grande e importante de la Iglesia cada tres años a nivel mundial (la de Río será en 2013 por problemas de agenda).
La mesa estuvo integrada también por los vaticanistas italianos Marco Ansaldo (La Repubblica) y Gian Guido Vecchi (Corriere della Sera); así como por tres españoles: Juan Rubio (director de Vida Nueva), Enric Juliana (editor adjunto de La Vanguardia) y Antonio Gallo (coordinador de redes sociales de la JMJ-Madrid).
Todos estuvieron de acuerdo en que el evento fue un hecho mediático, inevitable como noticia y que captó la atención mundial a pesar de algunos intentos por minimizarla. Está claro que aquellos periodistas que estuvieron en Madrid narraron hechos anecdóticos, cifras y frases del papa, pero lo más importante es que “tuvieron” que hablar de que en la Iglesia hay fe, hay movilización en torno a una persona y que hay juventud.
“Ha sido una experiencia tan especial, que no quisiera que se vayan”, cuentan que decía un camarero de café, no solo por lo que vendía –ojo que fue muchísimo para Madrid–, sino por que nunca había visto tanta alegría por las calles que lo contagiaba cada mañana. Después leería en algún periódico un titular: “Generación esperanza”, y entendería todo…
La JMJ tuvo como parte de su éxito el haber entrado a las redes sociales, allí donde están los jóvenes e invitarlos a participar; ellos respondieron, lo siguieron y se involucraron. Estando allí, los jóvenes –y los medios–, entendieron que en el cristianismo todo empieza con un llamado al que se responde. Nadie fue obligado, a ninguno se le pagó por ir y al final nadie quería volverse…
Estas fueron cosas evidentes, que respecto a otras JMJ realizadas en Europa o en la misma España, no han tenido comparación, según lo relatado por los vaticanistas que cubrieron las citas anteriores. Aparte del éxito que dieron las redes sociales, los periodistas españoles atribuyeron parte del hecho a que se unieron dos voluntades: la del papa con su equipo de trabajo y el mismo gobierno español, que después de varios años de enfrentamiento con la Iglesia, estaba en una fase de pacificación a fin de llegar de la mejor manera a las elecciones.
Volviendo a las redes sociales, que según estimaciones de los organizadores de la JMJ, circularon por sus “autopistas” cerca de 600 millones de tuits(mensajes de Twitter) y se vieron alrededor de dos millones de videos on line, sin contar los 6 millones de visitas a la pagina web oficial y otros soportes que se generaron por sí mismos de forma espontánea. Porque como bien se dijo en el evento del martes, la Iglesia es una ‘aldea universal’ mucho antes de que alguien llame a todo esto globalización.
Según los testigos de la mesa redonda, algo que llamó mucho la atención en la prensa acreditada (que alcanzó la cifra récord de cinco mil medios acreditados de todo el mundo), fue que el papa llegó llevando propuestas y no condenas; no con el ánimo de reñirlos sino de explicarles las cosas y hacerles sentir –y gritar–, el orgullo de ser jóvenes católicos. Esto fue la noticia y la JMJ la puso sobre bandeja de plata, se dijo.
Tiempos fuertes
El evento en la embajada española fue ocasión para que abordar la coyuntura “informativa” que le ha tocado vivir a la Santa Sede en estos días.
Monseñor Celli reconoció que el momento actual tiene más interrogantes y la Santa Sede ha mostrado su deseo de dialogar correctamente con la prensa, porque esto también les ayuda. Y que no hay nada que esconder porque sin la verdad, la Iglesia no podría hacer su principal tarea que es la caridad.
Para los periodistas de la mesa redonda, seguir a la Santa Sede como fuente noticiosa es un honor, pero a la vez es una tarea muy difícil. No solo porque hay que conocer e involucrarse en sus contenidos y dinámica, sino porque a veces es un interlocutor muy cerrado y no siempre se hablan claro las cosas, lo que es fundamental para dar confianza, o no, a la gente.
De las lecciones aprendidas –buenas y malas, que también las hubo–, los organizadores de la próxima JMJ en Río de Janeiro podrán aprovechar el gran potencial informativo de este mega-evento, donde la frase comunicativa más fuerte será en portugués: Esta é a juventude do Papa!
Por José Antonio Varela Vidal