ROMA, lunes 20 febrero 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un texto del custodio de Tierra Santa en el que expone la grave situación de Siria y pide acciones concretas en favor de la población cristiana.
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Por fray Pierbattista Pizzaballa, OFM
Después del cambio en Egipto, la situación de Siria indica de manera inequívoca, cómo se está transformando el panorama en el Oriente Medio. Hasta hace un año hubiera sido impensable prever un escenario similar.
En estos meses de gran tensión, cuando Siria se ve desgarrada por luchas internas y el conflicto parece asumir, cada vez más, las características de una guerra civil, los franciscanos, con algunos otros miembros de la iglesia latina, están comprometidos a apoyar las necesidades de la población cristiana local.
La Custodia de Tierra Santa está presente en varias partes del país: Damasco, Alepo, Latakia, Oronte.
Los dispensarios médicos de los conventos franciscanos, según la tradición de la Custodia, se convierten en un lugar de refugio y acogida para todas las personas, sin diferencias entre los grupos étnicos de alauitas, sunitas, cristianos, o rebeldes y del gobierno.
En un momento de caos total y pérdidas, muchas empresas, especialmente de importación y exportación, han cerrado sus puertas. De los miles de turistas que alimentaban una industria moderna y pujante, que movía cientos de puestos de trabajo en el sector transporte, hoteles y servicios, no ha quedado ni rastro.
Los agricultores están en serios problemas. El embargo internacional impide cualquier posibilidad de exportación y los precios se han desplomado. Los sectores más débiles se ven afectados de modo inevitable y sufren la falta de abastecimiento de energía y agua.
En las grandes ciudades falta la corriente eléctrica por varias horas todos los días, si no es por completo; el combustible diesel está racionado. Esto crea enormes dificultades a la población, obligada a enfrentar el invierno sin la posibilidad de calentarse.
Estar con la gente, acoger y cuidar a los necesitados, sin distinción de raza, religión y nacionalidad. Asegurar, con una presencia fiable, el servicio religioso a los fieles para que comprendan la importancia de permanecer en su propio país.
Este sigue siendo el sentido de la misión franciscana. En tiempos no tan diferentes de aquellos en que Francisco se dirigía a los hermanos, exhortándolos a mantener firmeslos valores del Evangelio. En sus sencillas exhortaciones, Francisco reflejaba la gracia recibida del Señor y, en la experiencia de la vida cotidiana, testimoniaba la acogida de la fe, como el bien más preciado y precioso que cultivar y revitalizar.
Nosotros los frailes, que nos encontramosenriquecidos por este extraordinario ejemplo, heredado sin mérito alguno, tenemos la tarea de emular y difundir las enseñanzas de nuestro maestro a las generaciones futuras, para que puedan continuar el camino que él trazó con gran amor y humilde dedicación.
Quien quiera ayudar con un gesto concreto, a los muchos cristianos sirios y las obras de caridad de la Custodia de Tierra Santa, puede hacerlo en línea, entrando en el siguiente enlace: http://www.proterrasancta.org/it/aiutaci/
La ayuda recolectada será entregada con prontitud a los hermanos que viven en Siria, quienes la usarán con prudencia y cuidado.
Traducción del italiano por José Antonio Varela V.