CIUDAD DEL VATICANO, jueves 12 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI mostró este jueves el deseo de que su próximo viaje a Tierra Santa, previsto para el mes de mayo, «ayude a profundizar el diálogo de la Iglesia con el pueblo judío», ante los representantes del Gran Rabinato de Israel, a quienes recibió en audiencia en el Vaticano.
Los representantes religiosos judíos habían acudido junto con los miembros de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con los Judíos, que depende del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, con quienes se han reunido en estos días.
Estas reuniones se pusieron en marcha a raíz de la visita de Juan Pablo II a Tierra Santa, en marzo del año 2000, una visita «histórica», afirmó el Papa. «Fue su deseo entrar en diálogo con las instituciones religiosas judías en Israel, y su ánimo fue decisivo en la consecución de este objetivo», añadió.
En estas reuniones, el objetivo era reflexionar sobre temas relevantes de interés común, » relevantes tanto para las tradiciones judías como para las cristianas», como la vida, la familia, la educación, etc.
«Durante estos siete años no sólo ha aumentado la amistad entre la Comisión y el Gran Rabinato», afirmó el Papa, sino «trabajando unidos, ustedes han sido cada vez más conscientes de los valores comunes que están en nuestras respectivas tradiciones religiosas».
Entre estos valores, destacó «la santidad de la vida, los valores de la familia, la justicia social y la conducta ética, la importancia de la Palabra de Dios expresada en las Sagradas Escrituras para la sociedad y la educación, la relación entre las autoridades civiles y religiosas y la libertad de religión y de conciencia».
«En las declaraciones comunes realizadas tras cada encuentro, los puntos de vista basados en nuestras respectivas convicciones religiosas han sido resaltados, mientras que se ha tomado conciencia de las diferencias de comprensión».
Diálogo «necesario y posible»
El Papa insiste en la importancia de la declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, y manifestó su «compromiso personal» de promover «la visión establecida en ella a las generaciones venideras».
La Nostra aetate establecía que el diálogo entre judíos y cristianos, «basado en la comprensión mutua y el respeto» era «necesario y posible», dado que «reconocemos un rico patrimonio espiritual común.
«La Iglesia reconoce que los comienzos de su fe se fundan en la histórica intervención divina en la vida del pueblo judío y aquí se funda nuestra relación única -afirmó el Papa-. Los cristianos reconocemos de buen grado que nuestras propias raíces se encuentran en la misma auto revelación de Dios, de la que se nutre la experiencia religiosa de los judíos».
El Papa aludió a su próxima visita a Tierra Santa «como peregrino», y manifestó su intención de rezar por «el precioso don de la paz y la unidad tanto en la región como en toda la familia humana».
«Ojalá que mi visita ayude a profundizar el diálogo de la Iglesia con el pueblo judío, de forma que judíos y cristianos y también musulmanes puedan vivir en paz y armonía en esta Tierra Santa», concluyó.
Por Inma Álvarez
