ROMA, martes 10 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- La Iglesia que acoge a Benedicto XVI en Camerún el próximo 17 de marzo es muy joven. No llega al siglo de vida. La evangelización se inició en esta parte de África en la segunda mitad del siglo XIX, antes de convertirse el territorio en protectorado alemán en 1884. Hoy el país cuenta con una comunidad eclesial de 4,84 millones de católicos. La primera evangelización fue confiada por uno de los primeros evangelizadores alemanes, monseñor Vieter, a la Virgen en su advocación de la Montaña de María, Marienberg. Nombre que resultará especialmente grato a los oídos del papa alemán.
Los primeros que llevaron la Buena Nueva a Camerún fueron misioneros protestantes que llegaron a Duala en 1843 y, a partir de 1845, fundaron las primeras misiones. El primer bautizado fue André Mbangue que más tarde se unirá a las primeras misiones católicas.
Fue monseñor Heinrich Vieter quien guió a los primeros misioneros católicos, alemanes, el 25 de octubre de 1880 y, para no herir la sensibilidad de los pioneros protestantes, instaló su misión hacia el interior junto al Cabo Toko, a la orilla del Sanaga. A la misión le dió el nombre de Marienberg, el mismo que dará luego en Yaundé a la que fundó cuando Ntsama Atangana regaló a los misioneros tierras donde luego surgiría la capital del futuro país independiente, hoy una república presidencial.
Los misioneros fundaron decenas de misiones y escuelas y prepararon a más de doscientos maestros. A estos docentes, se unió el primer bautizado, André Mbangue. Luego, llegarían sucesivas expediciones de misioneros, de diferentes órdenes religiosas, que siempre contaron con amigos y colaboradores autóctonos. Así, además de las escuelas, levantaron iglesias y dispensarios.
Camerún ha visto en su territorio la labor de grandes evangelizadores, una tarea que culminó con la ordenación de los primeros sacerdotes cameruneses en 1935. En 1951, se colocó la primera piedra de la catedral de Yaundé. El 30 de noviembre de 1955 es consagrado el primer obispo camerunés Paul Etoga.
Los 4.842.000 católicos cameruneses están divididos en 24 circunscripciones eclesiásticas. En 31 de diciembre de 2008, los obispos eran 31. Las parroquias son 816 y otros centros pastorales 3.630. Hay 1.847 sacerdotes, de los que 1.226 son diocesanos y 621 religiosos. Cuenta con 2.190 religiosas profesas, 14 diáconos permanentes y 228 religiosos no sacerdotes.
En cuanto a los laicos, el país goza de una fuerza evangelizadora de 18.722 catequistas, 57 misioneros laicos y 28 miembros de institutos seculares.
La evangelización, iniciada hace poco más de un siglo hoy, según los obispos del país, “tiene ante sí mucho camino todavía por recorrer, sobre todo para que se convierta también en cultura y permita una total coherencia entre vida y fe”. Este es el primer desafío no sólo de Camerún sino de toda África.
Los primeros exploradores portugueses llegaron a esta región en el siglo XV y llamaron a la zona “Río de los Camarones”, nombre del que deriva el actual Camerún. Aunque fue protectorado alemán, tras la primera guerra mundial el territorio se dividió entre Francia y el Reino Unido, administrado bajo mandato de la ONU. Por ello, hoy el inglés y el francés son las lenguas oficiales.
Camerún, con 475.442 kilómetros cuadrados, cuenta con una población estimada por la ONU de casi 18 millones de habitantes. De ellos, el 26,8% son católicos y el 15% protestantes. Por tanto, la población cristiana es mayoritaria. El 30% practica religiones tradicionales y son musulmanes entre el 20 y el 22% de los habitantes.
Hay 2.622 católicos por sacerdote, aunque los católicos por cada agente pastoral son 209. Cuenta con la esperanza de 2.249 seminaristas menores y 1.361 mayores, que aseguran el camino de esta joven Iglesia hacia una mayor inculturación de la fe.
Otra esperanza para el futuro eclesial en Camerún es que la comunidad creyente católica mantiene 1.365 escuelas de 0-3 años y primarias, con un total de 308.953 niños atendidos; 151 institutos de enseñanza media con 98.986 alumnos, y 14 escuelas superiores y universidades con 3.025 estudiantes.
Otra gran obra eclesial significativa en el país de los camarones es el servicio a la salud de los habitantes, con 3.025 hospitales, 28 centros de salud y 235 leprosarios.
Sin olvidar a los sectores más indefensos: los ancianos y los niños abandonados. Mantiene 12 casas para personas mayores o con minusvalía y 11 para niños huérfanos o guarderías. Además, asiste a las familias con 40 centros de orientación familiar y protección de la vida.
Por último, la Iglesia no olvida el sector de la población en riesgo social con 23 centros de educación y reeducación social. Otras instituciones suman 32 centros más dedicados a diversos fines.
El 5 de julio de 1989 fue firmado un Acuerdo entre la Santa Sede y la República de Camerún, por el que se reconocía personalidad civil al Instituto Católico de Yaundé como institución universitaria de educación e investigación, constituída por la Santa Sede a instancias de la Asociación de las Conferencias Episcopales de la Región del Centro de África y, por tanto, se daba sello oficial a su carácter pontificio e internacional.
El 16 de junio de 2008, en la presentación de credenciales del nuevo embajador ante la Santa Sede, Antoine Zanga, Benedicto XVI agradeció a las autoridades camerunesas su atención al trabajo eclesial en educación y sanidad y el aprecio que la Iglesia goza entre la población.
“Es cierto –dijo el Papa- que las comunidades eclesiales locales, los misioneros y las instituciones caritativas católicas en el territorio buscan en primer lugar el bien y el crecimiento de las personas, y se preocupan de su salud. En este espíritu, la Iglesia está atenta a todo lo que concierne a las enfermedades tropicales y a la pandemia del sida, buscando con todos los medios de que dispone ofrecer una educación adecuada sobre estos temas”.
El Papa expresaba su esperanza de un ulterior Acuerdo, “más orgánico”, entre la Santa Sede y Camerún que “podría favorecer el desarrollo de la actividad eclesial en favor de la educación y la salud de todos, con el apoyo y las ayudas que el Gobierno podría aportar en este ámbito”. ¿Habrá llegado ese momento?
Por Nieves San Martín