CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 13 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- El Estado Vaticano es «pequeño pero grande. El más grande del mundo desde cualquier punto de vista». Estas fueron las palabras del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI, durante la introducción del congreso «Un pequeño territorio para una gran misión», inaugurado este jueves en palacio Lateranense de Roma.
El evento, organizado por la Gobernación de la Santa Sede, se realiza hasta mañana sábado. Se realiza dentro de la conmemoración de los 80 años del nacimiento del Estado Vaticano, que tuvo lugar con la firma de los pactos lateranenses, el 11 de febrero de 1929, entre Benito Mussolini, en representación del estado italiano y el cardenal Pietro Gasbarri, secretario de estado del Papa Pío XI.
El cardenal Bertone, aseguró que este aniversario «es un momento propicio para recordar el alto objetivo de su existencia y acción, para evaluar cómo se ha aplicado esta finalidad a lo largo de estas ocho décadas transcurridas y para tratar de intuir las modalidades futuras que podrá asumir la misión propia de este Estado».
La labor de Pío XI
Al hacer un recorrido por la historia del Estado Vaticano, el cardenal recordó, en particular, la labor del Papa Pío XI: «Este gran pontífice es el verdadero creador y fundador del estado de la Ciudad del Vaticano».
Con la firma de los pactos lateranenses se dio fin a la llamada «cuestión romana» que había comenzado en 1870, cuando a causa del movimiento de unificación italiana, este país invadió y tomó posesión de las propiedades de la Santa Sede.
Los pactos reconocieron la independencia y soberanía de la Santa Sede y crearon el Estado de la Ciudad del Vaticano. También definieron las relaciones civiles y religiosas entre el gobierno y la Iglesia en Italia y esta nación se comprometió a compensar a la Santa Sede las pérdidas que sufrió por la anexión de los estados pontificios a Italia.
El cardenal se refirió al Papa Pío XI diciendo que el Estado vaticano «es de hecho obra de su tenacidad, realismo, cultura y clarividencia, demostradas en tantas otras ocasiones y ante muchos problemas graves que marcaron a la Iglesia y a la sociedad durante su pontificado».
Ocho décadas después
El secretario de estado Vaticano hizo un recorrido por los principales hechos históricos que ha tenido que afrontar la Santa Sede desde su nacimiento como estado independiente.
Recordó así que sólo diez años después de su fundación estalló la Segunda Guerra Mundial, donde la Santa Sede desarrolló «una intensa acción de promoción de la paz y de caridad, pero con notables limitaciones».
«Pensemos en el hecho de que los diplomáticos acreditados en la Santa Sede de los países en guerra con Italia tuvieron que abandonar Roma o que la misma acción eclesial, diplomática y caritativa de la Santa Sede estaba condicionada por el control del Estado Italiano», señaló el cardenal
El purpurado afirmó que con el reconocimiento de la soberanía territorial el Estado Vaticano pudo interactuar también con representantes diplomáticos en la guerra con Asia, que fueron acogidos por la Santa Sede.
También recalcó las obras de caridad que pudo desarrollar el Papa Pío XII en toda Europa durante la guerra, «socorriendo materialmente las poblaciones afectadas y permitiendo contactos entre aquellos a quienes la guerra había separado».
Roma fue ocupada militarmente desde septiembre de 1943 hasta junio de 1944 «el estado de la Ciudad del Vaticano se encontraba rodeado de un poder político-militar, el Reich alemán, con el cual la Santa Sede tenía no pocos conflictos abiertos», destacó el purpurado.
Recordó también los lugares de refugio que sirvieron para albergar muchas víctimas durante la segunda guerra mundial: el Seminario Pontificio Mayor del Letrán, la Abadía de San Pablo Extramuros o las Villas Pontificias de Castel Gandofo; así como monasterios, conventos, institutos y parroquias de Roma.
El cardenal Bertone destacó también los grandes eventos que han tenido lugar en el Estado Vaticano durante sus 80 años de historia: el Concilio Vaticano II, los sínodos de obispos, las celebraciones de los años jubilares, especialmente el Gran Jubileo del 2000. También los funerales de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI, «que han atraído a Roma las máximas autoridades políticas del mundo y a muchedumbres impresionantes», concluyó el purpurado así como impresionantes multitudes».
El congreso «Un pequeño territorio para una gran misión» finalizará mañana sábado en el Aula Clementina donde el Papa Benedicto XVI concederá una audiencia a todos los participantes.
Por Carmen Elena Villa