DAMASCO, jueves, 31 julio 2008 (ZENIT.org).- El gran muftí de Siria, Ahmad Badr El Din El Hassoun, ha invitado a Benedicto XVI a visitar su país con motivo del Año de San Pablo.
En un encuentro en Damasco con un grupo de periodistas que participan en un viaje organizado por la Obra Romana para las Peregrinaciones tras las huellas del apóstol de las gentes, la máxima autoridad suní de este país ha relanzado el diálogo cristiano-musulmán para promover la paz mundial.
«Lo que quisiera decir al Santo Padre es que en este momento Damasco es la capital de la cultura árabe y al mismo tiempo es la capital del Año de San Pablo», afirmó.
Este año ha sido convocado por Benedicto XVI, del 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009, para celebrar los dos mil años del nacimiento de Pablo de Tarso.
En el camino a Damasco, san Pablo, cuyo nombre era Saulo, hasta ese momento feroz perseguidor de cristianos, se convirtió, tras haber visto al Señor envuelto en una luz deslumbrante.
«Me sentiría sumamente feliz si el Santo Padre quiere aceptar nuestra invitación a visitar Siria en este año», dijo el gran muftí, quien también ha deseado poder encontrarse en privado con el Papa en Roma para preparar su visita.
En este sentido, reveló, quiere decir personalmente al Santo Padre lo que ya dijo el 15 de enero pasado, en Estrasburgo, al tomar la palabra ante los eurodiputados reunidos en asamblea solemne.
En esa ocasión, el gran muftí había hablado de la necesidad de un fecundo diaĺogo intercultural para promover la convivencia pacífica entre los pueblos a partir de los fundamentos comunes de las diferentes religiones, pues la «cultura del espíritu, ya sea cristiana o musulmana, confiere a la humanidad su dimensión moral».
A continuación, expresó la esperanza de que «el Vaticano pueda desempeñar un papel para plantar la flor de la paz en Oriente Medio».
El gran muftí quiso quitar peso a las violentas reacciones que suscitó en ambientes musulmanes el discurso que pronunció el Papa en la Universidad de Ratisbona en septiembre de 2006.
«Uno discute con su mujer, pero el amor crece –comentó–. En el fondo, entre los religiosos, intelectuales, no hay pelea sino diálogo y discusión. Y yo espero que el Santo Padre tenga un papel fundamental en la paz del mundo».
El gran muftí recordó el apremiante llamamiento de Juan Pablo II a no levantar muros, sino puentes de diálogo, refiriéndose al muro de separación que se ha construido entre Israel y territorios palestinos.
«El Vaticano tuvo un papel fundamental en la caída del muro de Berlín –concluyó–, y espero que pueda desempeñar un papel semejante para destruir el muro que se está construyendo en la tierra de la paz».
Por Mirko Testa