CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que la Iglesia católica tiene en estos momentos el desafío de hacer que los políticos católicos tomen conciencia de su identidad cristiana.
Fue uno de los argumentos que el pontífice afrontó este sábado al recibir en audiencia al tercer grupo de obispos polacos que concluían su quinquenal visita «ad limina apostolorum» al Papa y a sus colaboradores de la Curia romana.
Recordando las enseñanzas del Concilio Vaticano II en la constitución «Gaudium et spes», el pontífice comenzó pidiendo que «quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer este arte tan difícil y tan noble que es la política, deben prepararse para ella y ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal».
«Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión –exigió el Papa a los políticos católicos–, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos».
Para realizar esta tarea, siguió explicando en su discurso, «los políticos cristianos no pueden quedarse sin la ayuda de de la Iglesia».
«Se trata, de manera particular, de ayudarles a tomar conciencia de su identidad cristiana y de los valores morales universales que se fundamentan en la naturaleza del hombre, de manera que, en virtud de una recta conciencia, se comprometan a aplicarlos a los ordenamientos civiles, de cara a la edificación de una convivencia que respete al hombre en todas sus dimensiones».
Según el Papa, no hay que olvidar nunca que «es de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores».
Benedicto XVI dedicó su amplio discurso a los obispos polacos a analizar el papel de los laicos en la parroquia, en los movimientos y el ambiente político, así como en el voluntariado.