CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 14 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha presentado a los jóvenes el testimonio de promoción de la paz que han dejado el hermano Roger, fundador de la Comunidad de Taizé, y Juan Pablo II.
Es la propuesta que les deja en el mensaje que la Santa Sede ha enviado a esa comunidad ecuménica, que en estos momentos termina los preparativos del encuentro ecuménico de oración del 28 de diciembre al 1 de enero, en el que participarán 50.000 jóvenes de toda Europa en Milán (Italia).
«Al rendir homenaje al hermano Roger que ha querido estos encuentros para enraizar en los jóvenes cristianos un espíritu de fraternidad y de paz vividos», afirma el mensaje, el Papa «desea que el diálogo entre vosotros, que habéis venido de diversos países y de diferentes confesiones cristianas, así como el encuentro con los cristianos de Milán que os acogen, os permita crear nuevos lazos que serán también semillas de paz entre los hombres».
El hermano Roger Schutz, fue asesinado a los 90 años, el 16 de agosto pasado, durante un encuentro de oración celebrado en la pequeña localidad francesa de Taizé, por una mujer mentalmente desequilibrada de 36 años.
El Papa manifestó en numerosas ocasiones la conmoción que le había suscitado la noticia y ha presentado repetidamente al hermano Roger como ejemplo de ecumenismo en estos inicios de milenio.
«¡Que el ejemplo del fundador de Taizé y el testimonio incansable del Papa Juan Pablo II a favor del diálogo y de la paz entre los hombres os anime a ser, también vosotros, artesanos de paz!», desea el Santo Padre en el mensaje que dirige a los jóvenes.
«En un mundo que se ha vuelto frágil por los numerosos focos de tensión y en nuestras sociedades desarrolladas, en las que surgen nuevas formas de violencia que atañen en particular a los jóvenes», el obispo de Roma invita a los chicos y chicas que se reunirán en Milán «a dar testimonio con sencillez y con la alegría del Espíritu de la paz que os habita, gracias al don que el Señor Jesús ha hecho de sí mismo, una vez por todas, sobre la Cruz, por el amor de todos».
Dios «es nuestra paz», concluye el mensaje, y «nos invita al perdón, signo de un absoluto».
Nacido el 12 de mayo de 1915 en Jura (Suiza), a los 25 años, el hermano Roger dejó su país durante la segunda guerra mundial para establecerse en Francia, el país de su madre, en Taizé (Borgoña).
Hijo de un pastor reformado, comenzó a acoger junto a su hermana, Geneviève, a refugiados durante la segunda guerra mundial. Entre ellos había judíos.
A causa de esta actividad, en 1942 los dos hermanos tuvieron que abandonar Taizé para salvar su vida. El hermano Roger pudo regresar en 1944. Pero ya no estaba solo, se le habían unido los primeros hermanos y comenzaron juntos una vida común.
Poco a poco algunos hombres jóvenes vinieron a unirse a los primeros hermanos y, el día de Pascua de 1949, se comprometieron juntos para toda la vida en el celibato, la vida común y con una gran sencillez de vida.
Hoy la comunidad de Taizé reúne a unos cien hermanos, católicos y de diversos orígenes evangélicos, procedentes de más de veinticinco naciones.
Desde finales de los años cincuenta, comenzaron a llegar a Taizé jóvenes para recogerse en oración. Desde principios de primavera hasta finales de otoño, cada semana, chicos y chicas de diversos continentes y de diferentes confesiones cristianas llegan a la colina de Taizé para vivir días de oración y recogimiento. Algunas semanas de verano puede haber más de 5000 jóvenes de 75 países.
Con motivo de los últimos días del año, Taizé organiza además en una ciudad diferente un encuentro europeo de jóvenes, que constituye nueva etapa de la «peregrinación de confianza a través de la tierra». El último año fue en Lisboa.
Juan Pablo II siempre se hacía presente en estos encuentros con un mensaje de aliento, como ahora ha hecho Benedicto XVI.
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