(ZENIT- Roma).- El santo padre Francisco celebró este Jueves Santo por la tarde la Misa in Coena Domini, en un centro de recepción de inmigrantes en las afueras de Roma, donde se encuentran 892 huespedes de 26 nacionalidades, de los cuales 554 son musulmanes, 337 cristianos y 2 hindúes.
El Santo Padre llegó en una Golf azul, y saludó las autoridades y a tres intérpretes que le ayudan a conversar al final de la misa con los prófugos: Ibrahim de Afganistán, Boro de Malí, y Segen de Eritrea.
La Misa in Coena Domini, inició en el patio externo de la estructura, seguida por el rito del lavado de los pies. Allí se encontraban también dos clérigos musulmanes, un imán que se ocupa del centro de refugiados y otro de una ciudad vecina.
El papa lavó los pies a 12 personas: tres musulmanes, un hindú, tres cristianas coptas y cinco católicos (cuatro hombres y una mujer).
El su homilía el Santo Padre señaló dos gestos: «Jesús que sirve, que lava los pies, él que era el jefe le lava los pies a los suyos, a los más pequeños, un gesto». Y otro «el de los enemigos de Jesús, de aquellos que no quieren la paz con Jesús, que toman el dinero con el que lo traicionan, las 30 monedas».
Y señaló que también hoy hay dos gestos: aquí «todos nosotros juntos, musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, hermanos, hijos del mismo Dios, que queremos vivir en paz, integrados, un gesto». Y de otro lado «tres días atrás, un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa, gente que no quiere vivir en paz».
Así «detrás de ese gesto, como detrás de Judas estaban quienes habían dado el dinero para que Jesús fuese entregado; detrás de ese otro gesto están los los traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz, que quieren la guerra, no la fraternidad».
«Ustedes, nosotros, todos juntos –prosiguió el Santo Padre- tenemos diversas religiones, diversas culturas, pero somos hijos de un mismo Padre, hermanos». Y explicó que «cuando yo haré el mismo gesto de Jesús, de lavar los pies a los doce, todos nosotros hacemos el gesto de la fraternidad y todos nosotros decimos, somos diversos, somos diferentes, tenemos diversas culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz. Y este es el gesto que yo hago con ustedes».
Francisco recordó que «cada uno de nosotros tiene una historia encima, cada uno de ustedes tiene una historia encima. Tantas cruces y tantos dolores, pero también tienen un corazón abierto que quiere la fraternidad».
Por ello pidió: «Cada uno en su lengua religiosa rece al Señor para que esta fraternidad se contagie en el mundo, para que no hayan más las treinta monedas para asesinar al hermano y para que siempre haya fraternidad y bondad».
El Papa al concluir la misa, saludó uno a uno a todos cientos de refugiados allí presentes.