(ZENIT – Roma).-Entre las muchas personas que emigran de sus lugares de origen, hay una categoría que tiene más riesgos que las otras. Se trata de los menores no acompañados. Como se ha evidenciado durante la celebración de la 16ª conferencia de la Alianza contra el tráfico de seres humanos en Viena, los menores son a menudo objeto de explotación para obligarles a mendicar, realizar robos, tráfico de drogas, venta de mercancía robada y también explotación sexual, prostitución y extracción de órganos.
Así lo ha denunciado durante el encuentro monseñor Janusz Urbańczyk, representante permanente de la Santa Sede en la Osce, la Organización para la seguridad y la cooperación en Europa. El prelado ha recordado el compromiso de la Iglesia para asistir a los menores que se encuentran en estas condiciones críticas. Sin embargo, es necesario un compromiso transversal y multidisciplinar, que por un lado ofrezca asistencia y ayuda y por el otro dé una posibilidad real de liberación de la explotación.
“La persona –afirma monseñor Urbańczyk citando al papa Francisco, como informa Radio Vaticana– es siempre un fin y nunca un medio”. Este principio, fundamental e indeleble en todas las circunstancias, está también en la Declaración universal de los derechos del hombre, por eso el fenómeno de la trata asume las características de “una vergüenza intolerable” y debería ser reconocido como “crimen contra la humanidad”.
El llamamiento de la Santa Sede es por tanto desarrollar canales regulares y controlados para los inmigrantes. Ya desde hace tiempo la Iglesia es activa en la realización de redes de protección y ‘pasillos humanitarios’ que reduzcan el riesgo de trata en diversos territorios.
Migrants In Hungary - Wikimedia Commons
La Santa Sede invita a desarrollar canales regulares para migrantes
El representante permanente de la Santa Sede ante la Osce, monseñor Urbańczyk, ha intervenido en la conferencia de la Alianza contra el tráfico de seres humanos