ZENIT – Roma, 13 Jul. 2017).- Uno de los desafíos mayores de hoy, explica el Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, Mons. Fernando Chica Arellano, es el cambio climático, que afecta directamente a la agricultura, favoreciendo el que ciertos cultivos lleguen a desaparecer en ciertas áreas, la pérdida de biodiversidad y la disminución del rédito.
Lo indica en una relación publicada hoy en el diario vaticano L’Osservatore Romano, precisando la importancia de incrementar prácticas sostenibles para mejorar la capacidad de respuesta (resilencia) a los cambios climáticos y para reducir las emisiones de gas efecto invernadero.
Por lo tanto, los países tienen que favorecer dichas prácticas sostenibles, eliminando así los subsidios a las producciones que agraven los cambios climáticos.
En el contexto del cambio climático, además, “un desarrollo del sector agrícola no puede olvidarse de la condición de vida de los agricultores ni de la tutela del medio ambiente”, explica el diplomático.
En relación al desarrollo agrícola y alimentario, en la Conferencia de la FAO fue analizada la temática del uso de la tierra y de los recursos hídricos, señalando el notable impacto negativo que en este sector tiene el crecimiento de las superficies cultivadas, que requieren una creciente necesidad de agua.
“Seguramente el futuro –asegura el Observador permanente de la Santa Sede ante la FAO– en el cual juega también un rol el crecimiento demográfico, exige cambiar el escenario del consumo”: por ejemplo para producir un kilo de cereales se necesitan 1.500 litros de agua, en cambio un kilo de carne exige 15.000 litros. En esta óptica “no puede ser olvidada la apreciada iniciativa de la FAO con las ‘directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tenencia de la tierra y la gestión del agua”.
En concreto, la conferencia de la FAO ha individuado 19 países afectados por crisis, conflictos y sequías “que se prolongan a lo largo de los años” como en Yemen, Siria, Sudán del Sur, Somalia y el noreste de Nigeria. Se ha hecho un vigoroso llamamiento para intervenir urgentemente con el fin de afrontar esas dramáticas situaciones, indica Mons. Chica.
Si bien reconoce que “esto no basta si no hay una verdadera solidaridad entre los países y dentro de los países”. Es igualmente importante promover “la justicia que se concretiza en el salvaguardar el ambiente agrícola, oceánico, forestal. Y en la justa posesión de las tierras, en salarios agrícolas adecuados y el en acceso a los mercados”.
Observador de la Santa Sede en la FAO (III): Ayudar a los cultivos sostenibles, mitigar el cambio climático y mudar el escenario del consumo
El desarrollo agrícola no puede olvidarse de la condición de vida de los agricultores ni de la tutela del medio ambiente