Arcangelo Tadini, el santo de la “Rerum Novarum”

El fundador de las Hermanas operarias de la casa de Nazaret será canonizado el 26 de abril

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BRESCIA, martes 24 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- “La caridad no conoce el orgullo salvo para triunfar sobre él, no conoce el amor propio sino para sacrificarlo, ni a la naturaleza sino para hacerla perfecta, ni al hombre sino para hacerle santo”, decía en una de sus homilías el beato Arcangelo Tadini.

Este sacerdote, fundador de las Hermanas Operarias de la Casa de Nazaret será canonizado, junto con cuatro beatos más, el próximo 26 de abril por el Papa Benedicto XVI.  

La chispa de la fe

A mediados del siglo XIX la Iglesia en el norte de Italia era víctima de una fuerte lucha anticlerical. La pérdida los estados pontificios que se dio con el movimiento de unificación italiana, así como las secuelas que había dejado la matanza de miles de religiosos durante la Revolución Francesa, habían desterrado a miles de sacerdotes y religiosos.

Eran muchas las necesidades espirituales de los pueblos para tan pocos sacerdotes. En ese contexto vivió el beato Arcangelo Tadini.

El futuro santo nació en Brescia, una ciudad al norte de Italia en 1846. Perteneció a una familia noble. Entró al seminario en 1864. Seis años más tarde se ordenó sacerdote.

En 1871 recibió una nueva misión: trabajar en Botticino Sera, un pequeño pueblo campesino, cerca de su ciudad natal. Arcangelo encontró allí una con poco fervor, sin institutos que promovieran la fe. “Una masa caótica de hortelanos, más que de viñadores, frecuentaban la Iglesia sin entusiasmo: buena gente, pero no cultivada”, asegura su biógrafo Luigi Fossati.

Según contó a ZENIT la hermana Sabrina Pianta, postuladora de la causa de canonización y religiosa de las hermanas Operarias de la casa de Nazaret, el padre Tadini llegó con un fuerte ímpetu evangelizador y con una capacidad de prédica y la valentía tales que con el tiempo logró convertir muchos corazones.

Además el beato tenía una especial devoción hacia la Eucaristía y pasaba largas horas en el confesionario: “Jesús, para purificar en alma manchada, ha instituido un sacramento que con la humildad y con el tormento de la contrición nos devuelve la pureza, la inocencia”, decía el santo refiriéndose a la confesión. 

Caridad hecha obras

Era el año de 1893, dos años antes el Papa León XIII había publicado la encíclica social Rerum Novarum, sobre la situación de los obreros. El Pontífice aseguró que no podría existir la enseñanza social separada del Evangelio.

Uno de los problemas de Botticino Sera, era el de la explotación de la mujer: “las mujeres trabajaban 14 horas al día, la paga era poquísima, era un ambiente moralmente degradante”, explica la hermana Sabrina.

El sacerdote no soportaba ver a las madres que dejaban sus hogares para trabajar, ni a las jóvenes que abandonaban su pueblo en busca de un empleo más digno: “Madres, tengan en casa sus hijas si pueden, de alguna manera les encontraré el remedio”, le decía a las mujeres.

Arcangelo fundó la sociedad del Mutuo Socorro, e inauguró así una fábrica hilandera en la cual generó decenas de empleos con condiciones dignas para sus trabajadoras. “Y fue así como dio vida a las enseñanzas la Rerum Novarum”, asegura Sor Sabrina.

Un amigo suyo, el jesuita Maffeo Franzini, le aconsejó que fundara una nueva orden para que asistiera este proyecto y fue así como en el año de 1900, se reunieron las primeras mujeres para emperezar la congregación de las Hermanas Operarias de la Casa de Nazaret, no obstante el desacuerdo de varios habitantes de la población.

Religiosas en el mundo laboral

Fueron muchas las dificultades que tuvieron que afrontar las religiosas de la naciente comunidad: “Los ricos de los pueblos no dieron dinero para esta obra pero él confió en la providencia para llevarla adelante”, dijo sor Sabrina. 

Actualmente las Hermanas Operarias son cerca de 200 y se encuentran en Italia, Brasil y Burundi (África). Trabajan en fábricas, comedores, escuelas maternas, obras de asistencia para menores y ancianos. Organizan retiros, y encuentros para jóvenes.

“Nuestro carisma es testimoniar a Cristo en el mundo del trabajo a través de compartir el trabajo mismo” dijo sor Sabrina.

““No tenemos estructuras ni escuelas ni casas. Tenemos las comunidades insertadas en los barrios. Tenemos una vida comunitaria fuerte y una fuerte amistad entre nosotras”, asegura la religiosa. 

El beato Arcangelo murió en 1912 sin ver aún su obra aprobada por la Santa Sede: “ha nacido demasiado pronto pero Dios la quiere”, decía con profunda confianza. Años después las Hermanas Operarias recibieron la aprobación pontificia.

“La unión a Cristo, el espíritu de oración y la fuerte tensión ascética fueron el secreto de la extraordinaria eficacia pastoral de un generoso trabajador de la viña, el sacerdote Arcangelo Tadini”, dijo el Papa Juan Pablo II durante la homilía de su beatificación en octubre de 1999.

Un hombre que siempre vivió trabajando por los demás con su mirada puesta en lo eterno. “El cielo es el más grande de todos los bienes; quien lo posee es feliz para siempre pero es un error, es un enceguecimiento el creer que no os deba costar nada la adquisición de un tesoro tan precioso”, dijo el futuro santo en uno de sus escritos.

[Por Carmen Elena Villa]

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ZENIT Staff

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