(zenit – 28 feb. 2020).- “La inteligencia artificial», escribe el Papa, “está en el corazón mismo del cambio de época que estamos atravesando”, puesto que, de hecho, “la innovación digital toca todos los aspectos de la vida, tanto personales como sociales”.
Al concluir la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, este viernes, 28 de febrero de 2020, monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia, ha leído a los participantes el discurso que el Papa Francisco escribió para la ocasión.
El Pontífice ha recordado el “gran potencial que nos ofrecen las nuevas tecnologías”, puesto que “son un regalo de Dios”, ha recalcado. “Un recurso que puede dar buenos frutos”.
En esta línea, señala que las ciencias biológicas “están haciendo un uso cada vez mayor de los dispositivos puestos a disposición por la ‘inteligencia artificial”, y que dicho desarrollo induce “a cambios profundos en la forma de interpretar y gestionar los seres vivos y las características de la vida humana, que es nuestro compromiso proteger y promover”.
Algor-ética
El concepto de “algor-ética”, en cuyo estudio se ha centrado la Asamblea Plenaria de la Academia Para la Vida, se propone “asegurar una verificación competente y compartida de los procesos mediante los cuales se integran las relaciones entre los seres humanos y las máquinas en nuestra era” para señalar que éste puede ser enriquecido “por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia”, a saber, dignidad de la persona, justicia, subsidiariedad y solidaridad, indica Francisco en su mensaje.
Estos son principios de la Doctrina Social que expresan “el compromiso de ponerse al servicio de cada persona humana en su totalidad, sin discriminaciones ni exclusiones” . Y la complejidad del mundo tecnológico – escribe – exige una elaboración ética más articulada para que este compromiso sea verdaderamente incisivo.
Así, añade: La “algor-ética” podrá ser un “puente para que los principios se inscriban concretamente en las tecnologías digitales, a través de un efectivo diálogo transdisciplinario”.
Adormece el pensamiento crítico
El Papa advierte de que en el ámbito socio económico, “los usuarios suelen quedar reducidos a ‘consumidores’, esclavos de intereses privados concentrados en manos de unos pocos”. A partir de los rastros digitales difundidos en Internet –constata– los algoritmos extraen datos que permiten controlar los hábitos mentales y relacionales, con fines comerciales o políticos, a menudo sin nuestro conocimiento.
Se trata de una asimetría por la cual “unos pocos saben todo sobre nosotros, mientras que nosotros no sabemos nada sobre ello”, lo cual “adormece el pensamiento crítico y el ejercicio consciente de la libertad”. El resultado de ello es que las “desigualdades se amplifican inconmensurablemente, el conocimiento y la riqueza se acumulan en pocas manos, con graves riesgos para las sociedades democráticas”.
Por ello, el Papa recuerda la necesidad de “madurar fuertes motivaciones para perseverar en la búsqueda del bien común, incluso cuando no hay un beneficio inmediato que se pueda obtener de ello”.
“Dejarnos interpelar como creyentes”
En otras palabras, resume, “no basta sencillamente con confiar a la sensibilidad moral de quienes investigan y diseñan dispositivos y algoritmos, sino que es necesario crear organismos sociales intermedios que aseguren la representación de la sensibilidad ética de los usuarios y los educadores”.
Manifestando su gratitud a la Academia Pontificia para la vida que ha “favorecido el diálogo entre las disciplinas científicas diferentes” el Sumo Pontífice asevera que “debemos dejarnos interpelar como creyentes, para que la Palabra y la Tradición de la fe nos ayuden a interpretar los fenómenos de nuestro mundo, identificando caminos de humanización, y por tanto de amorosa evangelización”.