CIUDAD DEL VATICANO, jueves 5 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- El obispo Cipriano Calderón Polo fue «un hombre de Iglesia, profundamente interesado y preocupado por la evangelización en América Latina», así lo define en declaraciones a ZENIT su sucesor, el arzobispo José Octavio Ruiz Arenas.
El vicepresidente emérito de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) falleció este miércoles miércoles, a los 81 años, en las horas de la noche en el hospital Pío XI de Roma.
Monseñor Cipriano nació en Plasencia, España en 1927 y fue ordenado sacerdote en 1953 y nombrado obispo en 1989. Estudió periodismo en Roma. Desde allí comenzó a escribir como corresponsal para el diario «Ya», la revista «Ecclesia» y otras publicaciones. Fue también el portavoz en lengua hispana de la información del Concilio Vaticano II y durante numerosos sínodos.
En 1968, viajó con el Papa Pablo VI a Bogotá para cubrir el Congreso Eucarístico que se realizó ese año en la capital colombiana. Su Santidad, al ver el afecto que le tenía el pueblo latinoamericano, decidió comenzar la versión semanal en español de «L’Osservatore Romano» y le nombró jefe de edición.
De esta manera los países de habla hispana y en especial Latinoamérica pudieron acceder a los discursos y homilías del Santo Padre en su lengua madre, así como a las principales noticias de la Santa Sede.
«Era muy amigo de varios obispos latinoamericanos. Como periodista viajó por todo el contente con Juan Pablo II. Conoció muy bien la Iglesia en América Latina y tenía una gran experiencia en la Santa Sede, unía muy bien esas dos realidades», asegura monseñor Ruiz.
Por esta razón, en 1988, el Papa Karol Wojtyla lo nombró vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina, cargo que ejerció hasta el año 2003.
Tenía un amor especial por el «Continente de la Esperanza», se sentía atraído por la vitalidad de su Iglesia. También le dolía profundamente el fenómeno de las sectas y la secularización que viven estos países.
Cuenta Monseñor Ruiz que hace pocos días, cuando fue a visitarlo al hospital, le dijo «no pensé que fuera a sufrir tanto por América Latina», y aseguró que estaba ofreciendo sus sufrimientos por la Iglesia en este continente.
Monseñor Calderón participó en tres Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe: Medellín, (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992). También en el Sínodo de los Obispos para América en 1997.
«Su trabajo en la conferencia de Santo Domingo fue difícil. Ayudar a preparar un evento eclesial como éste supone una congregación muy grande. Era la primera vez que la CAL tenía una intervención en este evento. No sólo estuvo muy pendiente de que los documentos llegaran a tiempo sino que estuvo colaborando para que la Conferencia saliera adelante», agregó Monseñor Ruiz.
En noviembre de 2006 fue distinguido como «hijo predilecto de Plasencia», su ciudad natal. Hasta su muerte fue miembro de la Congregación para los Obispos.
«Nunca dejó su vena periodística. Amó profundamente a la Iglesia, siempre estaba en comunión con el Papa. Conoció muy de cerca a Pablo VI. Palpitaba con el sentir de Juan Pablo II y posteriormente de Benedicto XVI. Para nosotros esta es una pérdida muy grande. Su ejemplo será muy valioso para los obispos en América Latina», concluyó monseñor Ruiz.
El funeral solemne se realizará este viernes a las 5 de la tarde en la Cátedra de San Pedro en Roma. En los próximos días sus restos mortales serán trasladados a la ciudad de Plasencia donde será sepultado.
La Comisión Pontificia para América Latina tiene por objetivo «aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina».
En particular, desempeña esta función estudiando «las cuestiones que se refieren a la vida y progreso de dichas Iglesias, especialmente estando a disposición, tanto de los dicasterios de la Curia interesados por razón de su competencia, como de las mismas Iglesias para resolver dichas cuestiones» (Constitución apostólica «Pastor Bonus», n. 83).
A esta Comisión «le corresponde favorecer las relaciones entre las instituciones eclesiástica internacionales y nacionales, que trabajan en favor de las regiones de América Latina. y los dicasterios de la Curia Romana» (ibídem).
La Comisión depende de la Congregación vaticana para los Obispos, motivo por el cual su presidente es el prefecto de ese organismo vaticano, en estos momentos, el cardenal Giovanni Battista Re.
Por Carmen Elena Villa