Será la oración, el diálogo y la voluntad de construir una relación, los elementos que permitirán de dar los pasos necesarios hacia la plena unidad. Lo indicó esta mañana el papa Francisco al recibir en audiencia al Tawadros II, papa de Alejandría y patriarca copto de la sede de San Marcos, que a su vez propuso que el 10 de mayo se celebre la fiesta del amor fraterno entre la Iglesia católica y la copta ortodoxa. Un encuentro que reiteró la declaración de 1988, que comulga la misma fe en Jesús, en María y en los sacramentos, tras siglos de incomprensiones.
Francisco definió el encuentro como “un verdadero momento de gracia”, que “fortalece los lazos de amistad y hermandad que unen ya a la Sede de Pedro y a la Sede de Marcos, heredera de un legado inconmensurable de mártires, teólogos, santos, monjes y fieles discípulos de Cristo, que por generaciones han dado testimonio del evangelio, a menudo en situaciones muy difíciles”.
Por su parte Tawadros III recordó: «Llego del país del Nilo, de una Iglesia antigua de19 siglos, y desde una tierra que es la patria de la vida monástica». Además de invitarlo a Egipto el patriarca expresó su deseo de que “el hodierno encuentro pueda ser el primero de una larga serie entre las dos grandes Iglesias. Y por ello propongo que el 10 de mayo de cada años se celebre la fiesta del amor fraterno entre la Iglesia católica y la copto ortodoxa”.
Un momento histórico el de hoy, que se registra 40 años después otro encuentro histórico, el de Pablo VI y Shenouda III, que unió a uno y otro, dijo Francisco, “en un abrazo de paz y fraternidad después de siglos de alejamiento recíproco”.
La Declaración Conjunta firmada hace 40 años atrás por los dos papas representó “una piedra angular en el camino ecuménico” que permitió la institución de una comisión de diálogo teológico entre ambas Iglesias, y fue el inicio de uno más amplio entre la Iglesia católica y toda las Iglesias ortodoxas orientales.
Francisco recordó que “en esa declaración solemne nuestras Iglesias reconocían que confesaban, en línea con las tradiciones apostólicas, ‘una única fe en Dios uno y trino’ y la ‘divinidad del Único Hijo encarnado de Dios… Dios perfecto con respecto a la Su divinidad y perfecto hombre con respecto a su humanidad’. Reconocieron que la vida divina se nos da y se alimenta a través de los siete sacramentos, y se sintieron unidas en la veneración común de la Madre de Dios”.
Una y otra Iglesia se reconocen “unidas por un sólo bautismo, del que es expresión particular nuestra oración común, que anhela el día en que se cumpla el deseo del Señor, de poder comulgar en un único cáliz”, añadió el santo padre.
Reconoció entretanto que el camino por recorrer es aún largo y señaló entre las etapas realizadas, el encuentro en El Cairo que en febrero de 2000 tuvo el beato Juan Pablo II y el papa Shenouda cuando el santo padre realizó la peregrinación a los lugares de los orígenes de la fe.
“Con la guía del Espíritu Santo, la oración perseverante y la voluntad de construir día tras día la comunión en el amor mutuo” se darán “pasos importantes hacia la plena unidad” aseveró el santo padre.
El papa también le ha agradecido al patriarca su atención hacia la Iglesia copta católica que ha instituido un «Consejo Nacional de Iglesias Cristianas,» símbolo de la voluntad de todos los creyentes en Cristo “de desarrollar en la vida cotidiana relaciones cada vez más fraternales y de ponerse al servicio de toda la sociedad egipcia de la que forman parte”.
“Sepa santidad -añadió- que sus esfuerzos en favor de la comunión entre los creyentes en Cristo, así como su interés por la suerte de su país y el papel de las comunidades cristianas en la sociedad egipcia, encuentran un eco profundo en el corazón del Sucesor de Pedro y en toda la comunidad católica”.
El santo padre concluyó recordando que ‘Si un miembro padece, todos los miembros padecen con él, y si un miembro es honrado, todos los miembros se gozan con él’. Es una ley de la vida cristiana y, en este sentido podemos decir que también hay un ecumenismo del sufrimiento: así como la sangre de los mártires ha sido semilla de la fuerza y la fecundidad de la Iglesia, el compartir el sufrimiento cotidiano puede convertirse en una herramienta eficaz de unidad. Y esto es válido, de alguna manera, también en el contexto más amplio de la sociedad y de las relaciones entre cristianos y no cristianos: del sufrimiento común, pueden germinar, de hecho, con la ayuda de Dios, el perdón, la reconciliación y la paz”. Y el papa invocó la protección común de san Pedro apóstol y san Marcos evangelista.