Francisco encuentra por primera vez a los patriarcas orientales católicos

Las Iglesias orientales encuentran su plena expresión en la unión con el obispo de Roma

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El santo padre ha recibido esta mañana a los patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas y a los arzobispos mayores, reunidos en Roma en ocasión de la Sesión Plenaria de la Congregación para las Iglesias Orientales, que ha tenido lugar del 19 al 21 de noviembre.

Tal y como ha señalado Francisco al inicio de su discurso, esta es la primera vez que ha tenido la oportunidad de estar y detenerse con los padres y jefes de las Iglesias orientales católicas. «A través de vuestros rostros –les dijo el santo padre– veo a vuestras Iglesias y quisiera, ante todo, aseguraros mi cercanía y mi oración por el rebaño que el Señor Jesús ha confiado a cada uno de vosotros, e invoco al Espíritu Santo para que nos sugiera lo que juntos debemos aprender y poner en práctica para servir con fidelidad al Señor, a su Iglesia y a toda la humanidad».

Francisco ha aprovechado la ocasión para renovar la gran estima por el patrimonio espiritual del oriente cristiano y ha retomado las palabras de Benedicto XVI sobre la figura del jefe de una Iglesia en la exhortación post-sinodal Ecclesia in Medio Oriente: Ustedes son los «custodios vigilantes de la comunión y servidores de la unidad eclesial».

Esta unidad, ha explicado Francisco «que estáis llamados a realizar en vuestras Iglesias, respondiendo al don del Espíritu, encuentra expresión plena y natural en la unión indefectible con el obispo de Roma». Y añadió que «estar dentro de la comunión de todo el Cuerpo de Cristo nos hace conscientes del deber de reforzar la unión y la solidaridad en el seno de los varios sínodos patriarcales privilegiando en ellos el acuerdo en cuestiones de gran importancia para la Iglesia, con vistas a una acción colegial y unitaria».

Por eso, el santo padre ha recordado que para que «nuestro testimonio sea creíble, estamos llamados a buscar siempre ‘la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia y la manseduembre’ en un estilo de vida sobrio a imagen de Cristo que es despojado para enriquecerse con su pobreza», así como llamados también «al celo incansable y a esa caridad, fraterna y paterna a la vez, que los obispos, los presbíteros y los fieles, sobre todo si viven solos, esperan de nosotros».

El pontífice ha hecho una mención especial «a nuestros sacerdotes necesitados de compresión y apoyo, también a nivel personal». Ellos, ha explicado, «tienen el derecho de recibir nuestro buen ejemplo en las cosas que tienen que ver con Dios, como en cualquier actividad eclesial». Francisco ha recordado que «nos piden transparencia en la gestión de los bienes y necesidades hacia toda debilidad y necesidad».

Para concluir, el santo padre ha pedido que con la ayuda de Dios y de su Santísima Madre «sepamos poder responder a esta llamada».

(RED/RL)

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ZENIT Staff

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