Francisco pide no olvidar la herencia espiritual de Juan Pablo II

En la audiencia de este miércoles, el Santo Padre reflexiona sobre la Iglesia como cuerpo de Cristo

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Un miércoles más, en la entusiasmada plaza de San Pedro repleta, los peregrinos y fieles llegados de todas las partes del mundo esperaban la llegada del santo padre Francisco. Durante media hora, el jeep descubierto ha paseado por los pasillos de la plaza, para saludar de cerca a los presentes y dar su bendición a los niños que le acercaban. Del mismo modo, ha saludado con ternura a los enfermos y a un grupo venido de Francia que trabaja por la integración de los sin-techo. Uno de ellos colocó a Francisco un sombrero de paja, ofreciendo así una simpática imagen del Santo Padre.

Esta mañana, antes de salir a la plaza, el Papa ha recibido al equipo de fútbol Bayer de Munich, aprovechando su visita a la capital italiana por el partido que disputó ayer en el Olímpico, en el que goleó al equipo de la Roma.

La Iglesia celebra hoy la memoria litúrgica san Juan Pablo II, por esta razón, al saludar a los peregrinos polacos, Francisco ha recordado que el papa Wojtyla invitó a todos «a abrir las puertas a Cristo». Del mismo modo ha precisado que san Juan Pablo II, «en su primera visita a vuestra patria, invocó al Espíritu Santo para que descendiera a renovar la tierra de Polonia; a todo el mundo recordó el misterio de la Divina misericordia». Por eso, ha pedido que «su herencia espiritual no sea olvidada, sino que nos empuje a la reflexión y al concreto actuar por el bien de la Iglesia, de la familia y de la sociedad».

El Santo Padre ha proseguido una semana más con las catequesis sobre la Iglesia. Este miércoles, ha reflexionado sobre la Iglesia como cuerpo de Cristo.

En el resumen hecho por el Santo Padre en español ha indicado:
«Queridos hermanos y hermanas: En la catequesis de hoy, nos preguntamos en qué sentido y por qué decimos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo.

No se trata simplemente de un modo de hablar, sino de una expresión llena de contenido. La Iglesia es una obra maestra del Espíritu Santo que, infundiendo en cada uno de nosotros la vida nueva del Señor Resucitado, nos congrega en la unidad, hasta el punto de convertirnos en un solo Cuerpo, edificado sobre la comunión del amor. Es en el Bautismo donde nos unimos realmente a Cristo, la cabeza, y a los hermanos como miembros del mismo cuerpo.

El Apóstol San Pablo descubre un reflejo de la profundidad de este vínculo en el matrimonio cristiano, al que compara con la unión de Cristo con su Iglesia. El auténtico amor, que crea comunión, no presume ni se engríe, no lleva cuentas del mal recibido y goza haciendo el bien, no tiene envidia, sino que considera a los otros más que a uno mismo, sufre con los últimos y con los necesitados, y valora y reconoce a quienes hacen los servicios más humildes y escondidos.

A continuación ha saludado a los peregrinos «venidos de España, México, Panamá, Costa Rica, Argentina, Perú, Chile y otros países latinoamericanos». Queridos hermanos, ha pedido,  «invoquemos también nosotros al Espíritu Santo para que su gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir de verdad como Cuerpo de Cristo y como signo visible y hermoso de su amor. Muchas gracias».

Al finalizar los saludos, ha dirigido unas palabras de forma especial a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. «El mes de octubre nos invita a renovar nuestra cooperación activa con la misión de la Iglesia», ha recordado el Santo Padre. De este modo, ha indicado que «con las energías frescas de la juventud, con la fuerza de la oración y del sacrificio y con la potencialidad de la vida conyugal, sabed ser misioneros de Evangelio, ofreciendo vuestro apoyo concreto por los que se cansan por llevarlo a quien aún no lo conoce».

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Staff Reporter

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