“No existirá un nuevo feminismo sin Dios”, según el cardenal Martino

La mujer cristiana está llamada a responder a los desafíos actuales

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ROMA, lunes 23 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Las mujeres cristianas deben protagonizar el descubrimiento y la promoción de un nuevo feminismo que responda a los retos actuales desde un humanismo integral . Así lo afirmó el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, en sus conclusiones sobre la primera Conferencia Internacional sobre mujer y derechos humanos.

Esta Conferencia, con el lema «Vida, familia, desarrollo: el papel de las mujeres en la promoción de los derechos humanos” se ha celebrado este fin de semana en Roma, organizada por “Justicia y Paz” en colaboración con las organizaciones femeninas católicas World Women’s Alliance for Life and Family, y World Union of Catholic Women’s Organizations.

El cardenal explicó a las representantes de organizaciones católicas de todo el mundo, reunidas por primera vez, el perfil de un nuevo feminismo que recoja las mejores intuiciones del proceso de emancipación de la mujer, negando aquello que es contrario a la verdadera dignidad de la persona.

“No habrá ningún nuevo feminismo sin Dios, sobre todo si no se descubre a Dios como Amor”, afirmó. “El viejo feminismo se fundaba en el individualismo egocéntrico y, a menudo, egoísta; el nuevo feminismo debe estar entretejido de amor por la vida, por la familia, por los demás; un feminismo regulado por la reina de las virtudes, la caridad”.

Se trata, explicó, de promover un “feminismo del sí”: “del SI a Dios, Padre de toda la humanidad y Creador del hombre y de la mujer a Su imagen y semejanza; del SI a la vida, a toda la vida y a la vida de todos, siempre, del SI a la familia fundada sobre el matrimonio por amor, unitivo y fecundo, entre el hombre y la mujer, del SI a las mujeres y a su genio”.  

Refiriéndose al debate que tuvo lugar durante las sesiones de trabajo, el purpurado subrayó que “la emancipación femenina ha sido y es un evento histórico, marcado por significados ambivalentes y contrastados, sobre los que debe ejercerse un discernimiento cristiano constante, paciente, inteligente y sabio, para sacar lo bueno, para combatir lo malo, para orientar lo incierto”.

Este discernimiento debe ser “inspirado y guiado por un humanismo íntegro y solidario, firmemente dirigido a hacer avanzar la civilización del amor”, añadió.

El primer reto al que este feminismo debe responder, explicó el cardenal Martino, se refiere a la relación entre naturaleza y cultura, “donde se juega de hecho la cuestión fundamental: qué es la persona humana, la diferencia sexual, la identidad del matrimonio y de la familia, etc.”

“Negar la naturaleza, es decir, negar que la persona humana es ante todo un proyecto querido y realizado por Dios Creador, que no es bueno subvertir arbitrariamente, es el punto central que hay que tener bien claro. Cuando se niega la naturaleza, la persona humana ya no es un proyecto, sino que se convierte inexorablemente en un producto o de la cultura o de la técnica”.

Las mujeres cristianas debe promover “un feminismo inspirado por una concepción de la persona, entendida como proyecto de Dios y rechazar el feminismo inspirado en una concepción de la persona entendida como producto del variopinto y cambiante panorama cultural actual, a menudo expresión de mayorías cambiantes hábilmente manipuladas”.

“Cuando están en juego los principios de la ley moral natural o la propia dignidad de toda criatura humana, no puede haber compromiso”, aclaró.

Otro reto es el de la formación. “Es necesario librarse valientemente de todos los lastres culturales esos típicos del subdesarrollo y del superdesarrollo- que mortifican la dignidad integral de la mujer y de sus derechos fundamentales como persona”, afirmó.

“Los lastres -que hay que denunciar como estructuras de pecado- son aún muchos, demasiados y todos niegan el proyecto de Dios. El camino clave para librarnos de ellos es el de invertir de forma abundante en las mujeres, a través de la educación y la formación”.

El tercer ámbito al que se refirió fue a la necesidad de responder al “escándalo inaceptable de la pobreza” que hoy afecta sobre todo a las mujeres y a los niños.

“Si debe proponerse un nuevo feminismo, este no puede no tener como objetivo un mundo más justo y solidario”, concluyó.

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ZENIT Staff

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