(ZENIT Noticias / Nueva York, 29.09.2024).- El domingo 22 de septiembre, el primer ministro albanés, Edi Rama, hizo un anuncio revolucionario en las Naciones Unidas, en el que declaró el plan de su gobierno de transformar la comunidad musulmana bektashi en un estado soberano dentro de la capital, Tirana. Esta audaz medida tiene como objetivo fomentar los ideales globales de moderación, tolerancia y coexistencia pacífica, una misión estrechamente alineada con los valores que Albania ha defendido históricamente.
En un discurso ante una audiencia internacional, Rama subrayó el papel único de Albania como una pequeña nación balcánica con un orgulloso legado de compasión. Reflexionó sobre los heroicos esfuerzos de Albania durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el país proporcionó refugio a los judíos que escapaban del Holocausto, y su más reciente refugio a los afganos que huían del régimen talibán. Sugirió que este compromiso de larga data con las causas humanitarias ha convertido a Albania en un modelo de tolerancia.
Rama también se enorgullecía del regalo de Albania al mundo: la Madre Teresa, la venerada humanitaria que nació en Skopje, en lo que entonces era parte de Albania. “Ella encarnaba el amor por la humanidad”, recordó Rama a la asamblea. “Sus palabras siguen inspirándonos: ‘No todos podemos hacer grandes cosas, pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor’”.
Inspirándose en esta inspiración, el primer ministro enmarcó la creación de un estado soberano Bektashi como un nuevo capítulo en la misión de Albania de promover la armonía global. Al designar oficialmente a la Orden Bektashi, una rama sufí del Islam, como una entidad soberana con sede en Tirana, Albania pretende posicionarse como un centro global para la tolerancia religiosa. Se espera que esta medida tenga profundas implicaciones, ya que la Orden Bektashi es conocida por su interpretación progresista e inclusiva del Islam que abraza el diálogo interreligioso.
La comunidad Bektashi, que representa aproximadamente el 10% de la población musulmana de Albania, ha sido durante mucho tiempo un símbolo de la diversidad religiosa de Albania. A pesar de ser una minoría, sus principios de apertura espiritual y no violencia resuenan profundamente en un país donde casi la mitad de la población se identifica como musulmana, y el resto se divide entre católicos, cristianos ortodoxos y otras comunidades religiosas.
La armonía religiosa en Albania es frecuentemente elogiada como un modelo para el mundo. Albania ha logrado cultivar una coexistencia pacífica entre diferentes credos, un hecho que Rama enfatizó durante su discurso. “Nuestra historia demuestra que a pesar de nuestras diferencias, la unidad es posible, y a través de esto, Albania se erige como un ejemplo de coexistencia”.
El establecimiento de un estado soberano Bektashi, aunque sin precedentes, se considera una forma de institucionalizar este espíritu de unidad y tolerancia. Más que un simple gesto simbólico, el nuevo estado pretende ser un centro para promover la moderación en la práctica religiosa y fomentar el diálogo a través de las divisiones culturales y religiosas.
El discurso de Rama en la ONU, que resonó más allá de las fronteras de Albania, ha despertado la curiosidad mundial sobre el futuro papel de la Orden Bektashi en el escenario internacional. La decisión de Albania de elevar la orden al rango de entidad soberana pone de relieve la ambición del país no solo de salvaguardar su propia diversidad religiosa, sino también de exportar sus valores de coexistencia pacífica al mundo.
Esta iniciativa refleja el enfoque progresista de Albania para abordar los desafíos globales del extremismo y la división. Al fomentar un estado dedicado a la moderación en la religión y la inclusión, Albania espera inspirar a otras naciones a seguir su ejemplo, demostrando que incluso los países pequeños pueden liderar con autoridad moral.
Si bien los detalles de cómo funcionará el nuevo estado Bektashi aún se están revelando, el gesto marca un paso importante en los esfuerzos continuos de Albania por construir puentes a través de las divisiones religiosas y culturales.
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