CIUDAD DEL VATICANO, domingo 17 de octubre de 2010 (ZENIT.org) .- Ofrecemos a continuación las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo al concluir la misa de canonización de seis nuevos beatos (Stanisław Sołtys, André Bessette, Cándida María de Jesús Cipitria y Barriola, Mary of the Cross MacKillop, Giulia Salzano y Battista Camilla Varano), cuando se disponía a introducir la oración mariana del Ángelus.



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Al final de esta solemne celebración, deseo renovar mi cordial saludo a todos los peregrinos que han venido para honrar a los nuevos Santos.

[En francés:]

Saludo con gusto a los peregrinos francófonos, entre ellos la Delegación oficial de Canadá y de todos los Canadienses aquí presentes para la canonización del Hermano André Bessette. Recogiendo su mensaje, os animo a seguir sus pasos para acoger libremente y por amor la voluntad de Dios en vuestra existencia. Que vosotros podáis también, como él, veros desbordados por la caridad hacia los hermanos y hermanas vuestros que sufren angustia. ¡Que Dios os bendiga a todos, así como a vuestras familias! ¡Feliz estancia en Roma!

[En inglés:]

Saludo cordialmente a todos los peregrinos de habla inglesa, especialmente a los que habéis venido en tan gran número para la canonización de hoy. Que estos nuevos santos puedan acompañaros con sus oraciones y os inspiren por el ejemplo de sus vidas santas. Doy las gracias especialmente a las Delegaciones oficiales de Canadá y Australia que habéis viajado a Roma en honor a San André Bessette y a Santa Mary MacKillop. Que Dios os bendiga y os guarde a todos, así como a vuestros familiares y a vuestros seres queridos que están en casa.

[En alemán:]

Cordialmente doy la bienvenida a los peregrinos y visitantes de lengua alemana. Los santos son la imagen viva del Amor de Dios. Así, hoy nos alegramos por estos nuevos santos, Stanislaw Kazimierczyk Sołtys, André Bessette, Cándida María Cipitria, Mary MacKillop, Giulia Salzano y Camilla da Varano. Ellos son para nosotros modelos a seguir y abogados para nuestra vida como cristianos. El Señor os bendiga a todos.

[En español:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que han participado en la solemne ceremonia de canonización de esta mañana, en especial a los Señores Cardenales y Obispos, así como a la Delegación oficial de España. Confío a las Religiosas Hijas de Jesús a la intercesión de Santa Cándida, su Fundadora. Pido a Dios también que los nuevos santos sirvan de modelo al pueblo cristiano, particularmente a los jóvenes, para que sean cada vez más los que acojan la llamada del Señor y entreguen por completo su vida a proclamar la grandeza de su amor.

[En polaco:]

Saludo cordialmente a todos los polacos venidos para la canonización. En particular, doy la bienvenida a los representantes del Episcopado y al Señor Presidente de la República Polaca. Me alegro con vosotros de la gloria de santidad de vuestro compatriota Stanisław Kaźmierczyk. Aprendamos de él el espíritu de la oración, de contemplación y de sacrificio por el prójimo. Que él mantenga en la presencia de Dios a la Iglesia en Polonia, a vosotros aquí presentes, a vuestros seres queridos y a vuestra Patria. Os bendigo de corazón.

[En italiano:]

Saludo a los peregrinos italianos que celebran a santa Battista Camilla Varano y a santa Giulia Salzano, así como a las Delegaciones oficiales presentes por esta feliz circunstancia. En particular mi pensamiento se dirige a sus hijas espirituales, así como a los fieles venidos de Las Marcas y de Campania.

Pensando en Italia, debo recordar que hoy, en Reggio Calabria, se clausura la 46ª Semana Social de los Católicos Italianos, que ha elaborado una “agenda de esperanza” para el futuro del país. Dirijo un cordial saludo a los participantes, conectados en este momento en directo, y auspicio que la búsqueda del bien común constituya siempre la referencia segura para el compromiso de los católicos en la acción social y política.

Ahora nos dirigimos en oración a María Santísima, que Dios ha colocado en el centro de la gran asamblea de los santos. A ella le confiamos toda la Iglesia, para que, iluminada por su ejemplo y sostenida por su intercesión, camine con impulso siempre nuevo hacia la patria del Cielo.



[Traducción del original plurilingüe por Patricia Navas

© Libreria Editrice Vaticana]