cardenal Fernando Chomali, arzobispo de Santiago de Chile y único cardenal de ascendencia palestina en el Colegio Cardenalicio Foto: Iglesia Noticias

Cardenal chileno, de origen palestino, se ofrece al Papa para mediar en conflicto en Tierra Santa

Chomali, de 68 años, se reunió con el Papa el 20 de octubre de 2025 para expresar formalmente, entre otras cosas, su deseo de participar activamente en el fomento del diálogo entre Israel y Palestina

Share this Entry

(ZENIT Noticias / Roma, 22.11.2025).- En un momento en que el silencio en Gaza se estremece ante la amenaza de una nueva violencia, una voz desde el otro lado del mundo ha pedido ser escuchada: una voz que transmite tanto la angustia como la esperanza de Tierra Santa. El cardenal Fernando Chomali, arzobispo de Santiago de Chile y único cardenal de ascendencia palestina en el Colegio Cardenalicio, se ha ofrecido como mediador para la paz en Oriente Medio, con la bendición del Papa León XIV.

Chomali, de 68 años, se reunió con el Papa el 20 de octubre de 2025 para expresar formalmente, entre otras cosas, su deseo de participar activamente en el fomento del diálogo entre Israel y Palestina. Fue más que una propuesta diplomática; fue una súplica personal. «Le dije que quería participar en la creación de lazos de paz, de diálogo», declaró el cardenal tras el encuentro. «Le pedí que contara conmigo y con toda la comunidad palestina que anhela la paz y el fin de esta guerra».

Las raíces palestinas del cardenal son profundas. Sus cuatro abuelos eran migrantes, parte de la ola de cristianos de principios del siglo XX que abandonaron la agitación de Oriente Medio para emigrar a Latinoamérica. Aunque nació y creció en Chile, Chomali nunca ha dejado de considerarse un hijo de Tierra Santa. «La inmensa mayoría de quienes viven allí desean la paz, desean vivir en paz, en un ambiente de fraternidad», declaró a la prensa española tras su audiencia con el Papa.

El llamamiento de Chomali se produce en medio de una delicada tregua en Gaza que muchos temen que pueda romperse en cualquier momento. Para él, la paz no puede reducirse a la ausencia de combates; también debe significar justicia, estabilidad y reconocimiento mutuo. «No se trata solo de poner fin a la guerra, que debe terminar ya», afirmó, «sino de construir naciones capaces de desarrollarse dentro de fronteras seguras». Esta declaración refleja la arraigada postura diplomática de la Santa Sede, que ha abogado constantemente por la solución de dos Estados y el estatus internacional de Jerusalén.

Quienes conocen a Chomali lo describen como un hombre de energía pastoral y una serena determinación. En los días previos a su participación en su primer cónclave a principios de este año, no era raro verlo trotar por las calles de Roma antes del amanecer: una pequeña imagen de disciplina y sencillez que contradice el peso de sus responsabilidades. Su voz, moldeada tanto por la fe como por un profundo sentido de su herencia, se adentra ahora en uno de los conflictos más insolubles de la era moderna.

Chile también tiene un interés en la misión de Chomali. Alberga una de las mayores diásporas palestinas fuera del mundo árabe, una comunidad que observa los acontecimientos en Oriente Medio con una mezcla de tristeza y solidaridad. «Cientos de miles de descendientes de palestinos en Chile tienen la mirada fija en esta situación», señaló Chomali, «y causa un gran dolor».

Si bien el Vaticano aún no ha anunciado ninguna iniciativa formal de paz bajo el liderazgo de Chomali, su disposición al servicio ha llamado la atención en círculos diplomáticos y eclesiásticos. En una región donde la confianza es escasa, una figura arraigada tanto en la Iglesia universal como en la experiencia palestina puede ofrecer un excepcional puente moral.

La propuesta del prelado chileno se alinea estrechamente con la diplomacia silenciosa pero persistente del Vaticano, que prefiere escuchar a sermonear, el encuentro a la confrontación. Si el reciente pontificado del Papa León XIV continúa con el espíritu pragmático y pacificador de Francisco, Chomali podría encontrarse en el centro de un papel emergente del Vaticano en la pacificación de Oriente Medio.

Por ahora, su oferta es un gesto de fe contra la desesperación. «Me parte el corazón ver lo que sucede en Gaza», dijo simplemente. «Pero la fe nos impulsa a no resignarnos. La paz siempre es posible, cuando alguien se atreve a creerlo».

Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.

Share this Entry

Redacción Zenit

Apoya ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }