(ZENIT Noticias / Madrid, 30.11.2024).- La figura del diácono permanente, restaurada tras el Concilio Vaticano II, está cobrando fuerza en España con un crecimiento significativo en los últimos años. Según un estudio elaborado por Manuel López López, diácono de la diócesis de Cádiz y Ceuta, y Andrés Cebrino, de Sevilla, España cuenta actualmente con 584 diáconos permanentes distribuidos en 55 de las 70 diócesis del país. Sin embargo, esta vocación enfrenta desafíos importantes en su integración y visibilidad dentro de la Iglesia.
Una vocación en expansión
El diaconado permanente había caído en desuso desde el siglo V, pero su revitalización a través de la carta apostólica Sacrum Diaconatus Ordo de Pablo VI en 1967 marcó un punto de inflexión. El primer diácono ordenado en España fue Luis Nadal Padró, en 1980, y desde entonces, la presencia de estos servidores de la Iglesia ha crecido de manera sostenida.
El informe destaca que el 57% de los diáconos en activo llevan menos de diez años en este ministerio, lo que sugiere un auge reciente, especialmente en un contexto de secularización y disminución de vocaciones sacerdotales. López señala que «los datos confirman que el diaconado es una vocación emergente».
Perfil del diácono permanente
El estudio muestra que la mayoría de los diáconos permanentes en España son hombres casados (91%), con un pequeño porcentaje de célibes (7%) y viudos (2%). En cuanto a su situación laboral, el 53% están en activo, mientras que el 42% son jubilados y el 5% están desempleados.
Destacan también por su nivel educativo: el 61% cuenta con estudios universitarios y el 5% tiene un doctorado. Todos han recibido formación eclesiástica, aunque el 29% asegura que en su diócesis no existe un plan de formación específico para ellos, lo que señala un área de mejora.
Las tareas que desempeñan reflejan su vocación de servicio: desde la pastoral parroquial y la atención a los enfermos, hasta la catequesis, Caritas y la liturgia.
Distribución y desafíos
La mayor concentración de diáconos se encuentra en diócesis como Sevilla (54), Madrid (51) y Barcelona (49), mientras que 15 diócesis aún no han incorporado esta figura.
A pesar del crecimiento, los datos revelan carencias en su integración y reconocimiento. Un 37% se sienten poco o nada integrados en su diócesis, y el 73% considera que su figura es desconocida dentro de la comunidad. Estos porcentajes evidencian la necesidad de una mayor promoción del ministerio del diaconado y de estrategias para mejorar su inserción en la vida pastoral.
El diácono: más que un rol, una identidad
Manuel López, autor del estudio, resume el espíritu del diaconado al afirmar: “El diaconado no es solo una función eclesiástica; se es diácono las 24 horas del día”. Su testimonio personal refuerza esta afirmación: ordenado en 2008, combina su servicio a la Iglesia con su vida familiar, siendo esposo, padre y abuelo.
El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, en el prólogo del informe, agradece a los diáconos por su “entrega y generosidad”, calificándolos como una pieza clave en la misión de la Iglesia.
Un futuro por construir
Aunque el diaconado permanente en España muestra signos de consolidación, los desafíos señalados en este informe invitan a reflexionar sobre cómo fortalecer esta vocación emergente. Una mejor formación, mayor integración y visibilidad son pasos fundamentales para garantizar que los diáconos puedan seguir sirviendo con humildad y gratuidad a una Iglesia en constante transformación.
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