(ZENIT Noticias / Roma, 12.11.2024).- Mientras Italia se prepara para su primera Asamblea Sinodal, un importante estudio de Censis, encargado por la Conferencia Episcopal Italiana, ha arrojado una luz reveladora sobre el estado actual de la fe católica en todo el país. Si bien el 71,1% de los italianos se identifican como católicos, la práctica religiosa está evolucionando de maneras que desafían el enfoque tradicional de la Iglesia, ya que muchos italianos ven cada vez más la fe como un viaje personal en lugar de un compromiso comunitario. Este hallazgo, en contraste con las duraderas raíces católicas de Italia, exige un enfoque renovado en un momento en que la Iglesia enfrenta un compromiso menguante y busca abordar su relevancia en la vida moderna.
Entre quienes se identifican como católicos, solo un 15,3% se describe como asistente regular a la iglesia, y la mayor parte, el 34,9%, asiste a los servicios solo ocasionalmente, mientras que el 20,9% se considera «no practicante». La tendencia de la “fe internalizada” está cambiando la forma en que los italianos se relacionan con la Iglesia, ya que más de la mitad (56,1%) de quienes se alejan de la práctica regular afirman que viven su fe en privado.
Los jóvenes italianos son particularmente emblemáticos de este cambio. Entre los italianos de 18 a 34 años, solo el 58,3% se considera católico, y un escaso 10,9% de ellos asiste a los servicios regularmente. Esta deriva generacional desde los bancos de la iglesia refleja una individualización más amplia de la fe que elude las prácticas estructuradas de la Iglesia.
Cuando se les preguntó por qué se sentían desconectados, 4 de cada 10 italianos respondieron que no se identificaban con la Iglesia actual, citándola como “demasiado anticuada” (45,1%) y carente de una “dirección clara” (27,8%). Muchos italianos, en particular las mujeres, también ven la institución como demasiado patriarcal; el 46,5% de las mujeres la consideran dominada por los hombres, e incluso los católicos practicantes están divididos al respecto.
Según el presidente de Censis, Giuseppe De Rita, este desfase cultural percibido no se considera sólo un problema interno, sino que tiene implicaciones para la sociedad. “La Iglesia debe reavivar su capacidad de inspirar a la sociedad ‘más allá’ de sí misma”, afirmó. “Una Iglesia que sólo ofrece una integración horizontal no llegará a una población sumida en el individualismo; debe guiarla hacia una visión que trascienda el interés propio”. A medida que disminuye la asistencia tradicional, el 60,8% de los católicos practicantes cree que la Iglesia debe adaptarse a esta dinámica cambiante si espera mantener su lugar en la cultura italiana.
El impacto de los escándalos, en particular los relacionados con los abusos, ha contribuido a la crisis de credibilidad. Esto sigue siendo un punto preocupante, ya que casi 7 de cada 10 italianos, incluido el 60% de los católicos practicantes, afirman que los abusos dentro de la Iglesia han dañado su imagen.
Este cambio no está exento de un grado de nostalgia. Casi el 44% de los católicos practicantes lamentan la pérdida de los “rituales de antaño”, y símbolos como la cruz conservan un significado cultural, y el 34,5% expresa respeto por ellos. Entre la población, el 41% mantiene una devoción especial a la Virgen María, una figura que aún venera más de un tercio de los no creyentes.
A pesar de esto, la conexión espiritual persiste de una manera exclusivamente italiana, trascendiendo las prácticas tradicionales. Alrededor del 66% de los italianos, incluido el 11,5% de los no creyentes, dicen que “rezan” o se dirigen a Dios o a un poder superior de alguna forma, principalmente durante momentos personales intensos como el miedo (33,5%) o las emociones intensas (39,4%), y solo el 8,8% elige hacerlo dentro de un contexto litúrgico.
La vida después de la muerte es un tema de creencia para el 58% de los italianos, y el 87,7% entre los feligreses habituales. Y el 61,7% cree en una forma de juicio en el más allá, y considera que sus acciones en esta vida tienen consecuencias espirituales.
Ahora, mientras los líderes de la Iglesia de Italia reúnen a 1.000 delegados de diócesis de todo el país para la Asamblea Sinodal, se enfrentan a esta relación cambiante que tienen los italianos con su fe. La Asamblea presenta una oportunidad para reconocer estos recorridos individuales y, al mismo tiempo, buscar formas de crear un entorno eclesial que satisfaga las necesidades de un rebaño cambiante.
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