SANTIAGO DE CHILE, domingo, 27 noviembre 2005 (ZENIT.org).- La Iglesia en Chile confía en que el período electoral no será belicoso. Por eso la Asamblea Plenaria de Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile invitó a hacer de este período un discernimiento en paz y responsabilidad.
En una declaración pública dada a conocer este viernes al concluir su nonagésimo encuentro plenario en Punta de Tralca, los obispos católicos expresaron su intención de que las personas elegidas en los próximos comicios puedan trabajar en la búsqueda del bien común, fomentando el diálogo y el entendimiento.
Los prelados piden «propuestas concretas para promover una mayor equidad, que supere las escandalosas brechas sociales, económicas y culturales existentes en nuestro país y procuren fortalecer la familia como el principal espacio de humanización».
«Confiamos que este período no sea belicoso, sino unos días dedicados al discernimiento en paz y responsabilidad, en coherencia con los principios y valores que se profesan», afirmaron los prelados en la declaración final de la reunión episcopal que congregó a 30 obispos en ejercicio.
«La Iglesia católica no es neutral en la construcción de la sociedad del presente y del futuro. Tiene un aporte muy propio que recibe de Jesús y su Evangelio», recuerda la declaración.
«El progreso material es un medio necesario que debe ser puesto al servicio de la dimensión superior y espiritual del hombre. De lo contrario se vuelve contra el hombre. Medir el desarrollo del país sólo por indicadores económicos es empequeñecer la visión de la persona humana y de la vida en sociedad», añaden los obispos en su declaración.
En este sentido, recuerdan que «el amor por la verdad es fundamental porque expresa la dignidad del ser humano, y permite establecer relaciones en un marco de confianza y generar una vida social sana. El relativismo, la indiferencia o, peor aún, el menosprecio de la verdad, termina quitándonos toda posibilidad de comunicación».
Publicamos el texto íntegro de la declaración:
Navidad, en una familia viene la luz al mundo
Declaración Pública al Concluir la 90ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, celebrada en Punta de Tralca entre el 21 y el 25 de Noviembre de 2005.
A la espera del nacimiento de Jesús
1. En este tiempo de Adviento y Navidad, nuestra mirada se dirige hacia el pesebre de Belén. Allí, en una familia humana, la Palabra eterna de Dios se ha hecho luz que alumbra a todo hombre, Jesucristo, ‘Camino’, ‘Verdad’ y ‘Vida’, que ha venido para llevarnos hacia una mayor plenitud en esta tierra y a la felicidad eterna. En Él encontramos el testimonio vivo de las actitudes, criterios y valores fundamentales para orientar el auténtico desarrollo humano que anhelamos para Chile. Queremos invitar a todos a construir una Patria que sea un hogar de encuentro.
Agradecidos por la canonización del padre Hurtado
2. En nuestra 90ª Asamblea Plenaria hemos agradecido la inmensa gracia de la canonización del Padre Alberto Hurtado. Su vida y ministerio sacerdotal han sido una visita de Dios para Chile. Su ejemplo de amor heroico a Cristo lo llevó a gastar la vida por los excluidos para que todos pudieran sentirse hijos y hermanos. El año de la Eucaristía también nos ha permitido vitalizar nuestra condición de discípulos de Jesucristo y encontrar en ella la cumbre y la fuente de la vida y misión de la Iglesia.
3. Especialmente hemos acogido la providencial invitación a participar en la preparación de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Aparecida, Brasil, mayo 2007) aprobada por Su Santidad Benedicto XVI, que nos llevará a profundizar nuestra condición de discípulos y misioneros, para que nuestros pueblos en Jesucristo tengan vida.
El servicio que la Iglesia espera prestar al mundo
4. A 40 años de la clausura del Concilio Vaticano II, hemos querido renovar el impulso de dialogar con el mundo. En nuestra Asamblea hemos tomado renovada conciencia, con los ojos de la fe y mirada de pastores, de las cuestiones urgentes de la vida personal y social: el cambio cultural, las próximas elecciones, la economía y sus desafíos actuales, especialmente el crecimiento en equidad, el desarrollo y cuidado del ambiente, la delincuencia e inseguridad, la relación con los países vecinos, la educación y el ecumenismo. Nos preocupa particularmente la situación de la familia, ya que todas estas cuestiones tienen un impacto sobre su calidad de vida, unidad y estabilidad. Para apoyar a nuestras familias, con esperanza entregamos hoy a los católicos y al país nuestra Carta Pastoral “Matrimonio y Familia, una Buena Noticia para la Humanidad”
5. Nos orientan las palabras del recordado Papa Juan Pablo II: “Para la eficacia del testimonio cristiano, especialmente en estos campos delicados y controvertidos, es importante hacer un gran esfuerzo para explicar adecuadamente los motivos de las posiciones de la Iglesia, subrayando sobre todo que no se trata de imponer a los no creyentes una perspectiva de fe, sino de interpretar y defender los valores radicados en la naturaleza misma del ser humano. La caridad se convertirá entonces, necesariamente, en servicio a la cultura, a la política, a la economía, a la familia, para que en todas partes se respeten los principios de los que depende el destino del ser humano y el futuro de la civilización” (Novo Millenio Ineunte, 51).
Ante un nuevo gobierno para Chile
6. Nos permitimos volver a proponer nuestra declaración Responsabilidad y transparencia en el proceso electoral (11 de agosto de 2005), en que ofrecíamos caminos para avanzar en nuestra vida democrática, en la búsqueda de un auténtico desarrollo humano, de una convivencia cada vez más fraterna, de una cultura en bien de la vida y de la familia; lo que el pueblo chileno ve estrechamente ligado a los principios éticos del Evangelio. Allí solicitábamos que este tiempo “sea una oportunidad de discernimiento, para escoger con sabiduría a aquellas personas que puedan trabajar en la búsqueda del bien común, fomentando el diálogo y el entendimiento” y que “existan propuestas concretas para promover una mayor equidad, que supere las escandalosas brechas sociales, económicas y culturales existentes en nuestro país y procuren fortalecer la familia como el principal espacio de humanización”. Confiamos que este período no sea belicoso, sino unos días dedicados al discernimiento en paz y responsabilidad, en coherencia con los principios y valores que se profesan.
7. También hemos tenido presente la declaración ante la nueva campaña de prevención del Sida ¿Qué sociedad queremos? (10 octubre de 2005). En ella invitábamos a buscar soluciones de acuerdo a la dignidad humana, que no consisten en la promoción agresiva y reductora de los preservativos. “El problema de fondo es formar a las personas en el amor, mediante una urgente educación integral y humanizante, que presente la sexualidad en su profunda dignidad”.
8. Nos puede ayudar al discernimiento el proyecto En Camino al Bicentenario (24 de septiembre de 2004), para asumir todos la responsabilidad que nos cabe en la edificación del futuro, particularmente a los constructores de la sociedad. Allí afirmábamos: “La Iglesia Católica no es neutral en la construcción de la sociedad del presente y del futuro. Tiene un aporte muy propio que recibe de Jesús y su Evangelio... El progreso material es un medio necesario que debe ser puesto al servicio de la dimensión superior y espiritual del hombre. De lo contrario se vuelve contra el hombre. Medir el desarrollo del país sólo por indicadores económicos es empequeñecer la visión de la persona humana y de la vida en sociedad... Por último, el amor por la verdad es fundamental porque expresa la dignidad del ser humano, y permite establecer relaciones en un marco de confianza y generar una vida social sana. El relativismo, la indiferencia o, peor aún, el menosprecio de la verdad, termina quitándonos toda posibilidad de comunicación”.
Con María hacia una ‘tierra de hermanos’
9. Durante el Mes de María elevamos la mirada a la Santísima Virgen, madre de la familia de Nazareth y madre de la Iglesia. Su testimonio y su intercesión nos estimulen a aportar las mejores energías para que Chile sea una tierra de encuentro y de hermanos.
La Asamblea Plenaria de los Obispos
de la Conferencia Episcopal de Chile
Punta de Tralca, 25 de Noviembre de 2005