Desde enero los jóvenes de las parroquias de la diócesis de Piacenza, en el norte de Italia, habían combinado venir a Roma por el Año de la Fe.
De un lado, los papás vinieron a Roma en una peregrinación de cuatro días para visitar los principales santuarios y monumentos relacionados con la fe. De otro lado, los jóvenes que llegaron a pasar el día. Estaba planeado que fueran tres autobuses, pero al saber que iba a haber audiencia con el papa Franciso en total vinieron 10 autobuses llenos.
Como en el Vaticano este miércoles no había audiencia, el obispo le pidió al papa Francisco un saludo, y a las 16 horas, en el altar de la Cátedra, situado al fondo de la basílica de San Pedro, el papa recibió a estos más de 500 jóvenes y a los 150 papás que habían venido en peregrinación.
El obispo de la diócesis de Piacenza Gianni Ambrosio, le dijo al santo padre: “Los fieles me han pedido que le llame: 'carissimo papa Francesco' “y yo lo hago con placer”.
“Gracias -inició el papa Francisco- por esta visita. El obispo dijo que yo hice un gran gesto al venir aquí”. Y bromeó que en realidad lo hacía por egoísmo: “¿Saben por qué?, porque me gusta estar con ustedes. Me gusta estar con los jóvenes, porque ustedes tienen adentro de su corazón una promesa de esperanza. Ustedes son portadores de esperanza. Ustedes viven en el presente, miran al futuro, son artífices del futuro, artesanos del futuro. Y esta es vuestra alegría, y es también vuestra responsabilidad, volverse artesanos del futuro”.
Y contó que aveces le dicen: “'Pero padre que feos tiempos estos, no se puede hacer nada'. Cómo que no se puede hacer nada. Y les explico que se puede hacer tanto. Pero cuando un joven me dice: 'Que malos tiempos estos, padre no se puede hacer nada' lo mando a lo de un psiquiatra”.
Todos los presentes se rieron y aplaudieron y el santo padre prosiguió: “No se entiende que un joven o una muchacha no quiera apostar por los grandes ideales, grandes, para el futuro. Después harán lo que puedan, pero el desafío es de las cosas grandes y bellas".
E interrogó: “¿Por qué? Porque dentro de ustedes, tienen ganas de tres cosas, primero: ganas de belleza, y cuando ustedes hacen música, teatro, pintura, cosas bellas, están buscando esa belleza; sean ricos buscadores de belleza. Segundo, ustedes son profetas de bondad, a ustedes le gusta la bondad, ser buenos, y esta bondad es contagiosa. Y tercero ustedes tienen sed de verdad, busquen la verdad".
E indicó que alguno podrá decir: 'Ah Padre yo ya tengo la verdad'. Y Francisco respondió: "Te equivocas, porque la verdad no se tiene, la verdad se encuentra. Es un encuentro con la verdad, hay que buscarla”.
Y precisó que estas tres ganas que tienen los jóvenes "hay que llevarlas adelante, hay que hacer el futuro con la belleza, la bondad y la verdad. Este es el desafío de ustedes”.
Indicó entretanto que no sucede “si ustedes son perezosos, o están tristes. ¡Qué cosa fea un joven triste! Si son tristes, esa belleza no será belleza, esa bondad no será bondad y la verdad será alguna otra cosa”.
Por ello invitó a “aposta en los grandes ideales, los ideales de construir un mundo de bondad, de belleza y verdad. Esto ustedes pueden hacerlo, ustedes tienen el poder de hacerlo. Si no lo hacen es por pereza”.
“Y quería decirles --prosiguió el papa-- coraje, vayan adelante, hagan ruido, donde hay jóvenes tiene que haber ruido, después nos regularemos. Las ilusiones de un joven hacen ruido siempre, vayan adelante”.
Y advirtió: “Siempre en la vida habrá gente que les hará propuestas para frenar, para frenar vuestro camino. Por favor, ¡vayan contracorriente, estén llenos de coraje, vayan contracorriente!”.
“Y que habrá quien dice: 'tomo un poco de alcohol, de droga y voy adelante'. ¡No!, vayan contra la corriente de esta civilización que nos está haciendo tanto mal, ¿lo han entendido?, ir contracorriente, y esto significa ir adelante pero con los valores de la belleza, de la bondad y de la verdad”.
Hacia la conclusión les dijo: “Quiero darle la bendición, pero antes le rezaremos a la Virgen todos juntos, le rezaremos a la Virgen que es la madre de la belleza, de la bondad y de la verdad, que nos de esta gracia del coraje. ¡Porque la Virgen tenía mucho coraje, tenía coraje esta mujer” y añadió: “Pidámosle a Ella que es nuestra madre en el cielo, que nos de la gracia de ir contracorriente”.
El santo padre le pidió a los presentes que se queden así sentados como estaban y rezaron todos juntos un Ave María.
Al concluir, les dijo: “Y les pido que rezen por mi, porque este trabajo es insalubre, no hace bien...” A este punto los presentes estallaron en aplausos.
También cantaron un viejo canto portugués, “Sou feliz, Senhor, porque tu vais comigo: vamos lado a lado, es meu melhor amigo”.
A la salida el papa Francisco fue saludando y deteniéndose. En un momento al acercarse a una de las salidas, vio que quedaban personas por otra parte, entonces volvió para atrás y saludó a quienes faltaban.
Desde allí partió a la Iglesia de San Agustín en donde participará a la apertura del capítulo de la orden agustiniana.