ROMA, viernes, 24 enero 2008 (ZENIT.org).- El Centro Pro Unione  y el Lay Centre de Roma organizaron el jueves por la noche una celebración ecuménica en la que se entregó un premio al Consejo Pontificio para la Promoción entre los Cristianos y a la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de las Iglesias

En la entrega del galardón, el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad entre los Cristianos recordó que «la unidad de los cristianos es el mandamiento de nuestro Señor Jesucristo».

«No es una opción, es un mandamiento, un deber sagrado --aclaró--. Jesucristo ha constituido una sola Iglesia y los cristianos debemos estar juntos para dar un testimonio común en un mundo que está cada vez más secularizado».

El director del Centro Anglicano de Roma, el reverendo John Flack, subrayó a Zenit la importancia de los cien años de la Semana para la Unidad entre los Cristianos: «Esta celebración ha sido muy hermosa, pues ha recordado al padre Paul Couturier y al padre Paul Wattson que empezaron esta semana y esperamos en otros cien años de oración conjunta no sólo durante esta semana sino todo el año».

El director del Centro Pro Unione, uno de los lugares ecuménicos más emblemáticos de Roma, el padre James Puglisi, ven en estos cien años de semanas ecuménicas como un signo de esperanza.

«Para mí esto es algo que da gran alegría y un signo de esperanza de que todo es posible siempre y cuando no dependamos de nosotros mismos sino del Espíritu de Dios», revela el padre Puglisi, que también es superior general de la Sociedad del «Atonement», fundada por el padre Wattson.

El reverendo anglicano John Tucker Mugabi Sentamu, ugandés y segunda personalidad de la Iglesia de Inglaterra después del Arzobispo de Canterbury, apostó por la vía ecuménica según la visión de Juan Pablo II.

«Sueño ver un día lo que el Papa Juan Pablo II dijo en uno de sus pronunciamientos más fuertes: el ecumenismo que buscamos no es una absorción de Iglesias, no es una fusión, sino un encuentro en la Verdad y en el Evangelio de Jesucristo», explica el representante anglicano.

Donna Orsuto, profesora de espiritualidad en la Pontificia Universidad Gregoriana, directora del Lay Centre, institución para estudiantes en el corazón de Roma con una intensa inspiración ecuménica, constata: «El movimiento ecuménico está realmente vivo y hay esperanza para el futuro del ecumenismo, mientras continuamos rezando sin cesar».

El cardenal alemán Walter Kasper, finalmente, presentó el ecumenismo como intercambio de dones: «Como dijo Juan Pablo II el diálogo ecuménico no es sólo un intercambio de ideas sino un intercambio de dones».

Por Miriam Díez Bosch

Meditación para el quinto día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 21 enero 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario a los textos bíblicos escogidos para el cuarto día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 22 de enero.

El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos.

* * *

Día quinto                  Orad sin cesar con un corazón paciente

                                     Tened paciencia con todos (1 Tes 5,14)

Ex 17,1-4                        ¿Por qué?

Sal 1                                  Dar fruto a su tiempo

1 Tes 5,(12a)13b-18          Tened paciencia con todos

Lc 18,9-14                          Una humilde oración

Comentario

No podemos estar satisfechos con la división de los cristianos y en consecuencia no somos impacientes hasta que venga el día de nuestra reconciliación. Somos legítimamente impacientes a que venga por fin el día de nuestra reconciliación. Por ello, también debemos ser conscientes de que el ecumenismo no se vive por todas partes al mismo ritmo. Algunos avanzan a grandes pasos, otros son más prudentes. Como Pablo predica, debemos seguir siendo pacientes con todos.  

Como el fariseo en su oración, podemos fácilmente presentarnos ante Dios con la arrogancia de los que hacen todo muy bien: «yo no soy como el resto de los hombres». Si a veces se intentan denunciar las lentitudes o las imprudencias de los miembros de nuestra Iglesia, o las de nuestros interlocutores ecuménicos, la invitación a la paciencia resuena como una advertencia importante. 

En ocasiones, incluso, nos mostramos impacientes para con Dios. Como el pueblo en el desierto, a veces gritamos hacia Dios: ¿por qué toda esta marcha, dolorosa, si todo se debe acabar ahora? Tengamos confianza: Dios responde a nuestras oraciones, a su manera, a su debido tiempo. Él sabrá suscitar nuevas iniciativas para la reconciliación de los cristianos, aquellas que en nuestro tiempo se necesitan. 

Oración

Señor, haz de nosotros tus discípulos, que escuchemos tu Palabra día y noche. En nuestro camino hacia la unidad, danos saber esperar los frutos a su tiempo. Cuando los prejuicios y la desconfianza triunfan, concédenos la humilde paciencia necesaria para la reconciliación. Así te lo pedimos.