ROMA, jueves 26 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, en el rezo del Regina Caeli
Benedicto XVI recordó este domingo el amor a la humanidad de Cristo de Santa Teresa de Jesús, afirmando que “a Dios se le puede ver” en el rostro de Cristo. Una espiritualidad, la teresiana, de encarnación.
Precisamente ese fin de semana, los hombres y mujeres que realizan la misión teresiana en Italia, según fue diseñada por su fundador san Pedro Poveda, celebraron el I Centenario de esta obra eclesial, nacida en 1911, en Covadonga, España, con una mesa redonda, una eucaristía de acción de gracias, la asistencia a la salutación mariana del Regina Caeli en la plaza de San Pedro, y una fiesta de familia.
Un animado grupo de la Institución Teresiana recibió el pasado domingo 22 de mayo en la plaza de San Pedro en Roma, la felicitación del papa Benedicto XVI durante el rezo de la salutación mariana a las doce de mediodía.
El Papa nombró en lengua italiana a la Institución Teresiana en su primer Centenario. Era el corolario de significativos actos conmemorativos vividos durante un intenso fin de semana.
Allí estaban asociados y amigos de la Institución de Roma, Rossano, Palermo, Perugia, Isnello (patria chica de la primera asociada en proceso de beatificación Elisa Gianbellucca), Centocelle (próximo a Roma), Vescovio, Milán y Rieti. Una fiesta familiar tuvo lugar posteriormente en la sede de la Institución Teresiana en Roma.
En un apunte histórico sobre la presencia de la asociación en Italia, la página web de la Institución Teresiana recuerda “el pequeño grupo coordinado por María Josefa Grosso que llegó a Roma el 25 de noviembre de 1934 con la idea de conocer e intercambiar experiencias en el campo educativo, en un país como Italia, por entonces innovador en su sistema educativo”.
“Gracias a la intervención del filósofo Giovanni Gentile, ministro de Educación, [la asociación] fue tejiendo relaciones a lo largo de los años en distintos puntos de Italia, hasta arraigar una presencia fecunda en el campo específico y amplio de la educación y la formación”.
En sus palabras previas a la felicitación a esta institución --que se inspira en Santa Teresa de Jesús, en cuanto mujer de oración y acción, emprendedora y renovadora de comunidades eclesiales--, Benedicto XVI se refirió a la espiritualidad teresiana que se manifiesta profundamente arraigada en la humanidad de Jesús, una espiritualidad de encarnación.
Esta es también la característica principal de la espiritualidad de la Institución Teresiana, con más de seis mil miembros, mujeres y hombres empeñados en treinta países.
“El Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, nos ha liberado de la esclavitud del pecado para donarnos la libertad de los hijos de Dios y nos ha dado a conocer el rostro de Dios que es amor: A Dios se le puede ver, es visible en Cristo. Santa Teresa de Ávila escribe que “no debemos alejarnos de lo que constituye todo nuestro bien y nuestro remedio, es decir de la santísima humanidad de nuestro Señor Jesucristo” (Castillo Interior, 7, 6: Obras Completas, Milán 1998, 1001).
“Por tanto –añadió el Papa – sólo creyendo en Cristo, permaneciendo unidos a El, los discípulos, entre los que estamos también nosotros, podemos continuar su acción permanente en la historia: “En verdad, en verdad os digo –dice el Señor--: quien cree en mí, también realizará las obras que yo hago”.
Por Nieves San Martín