(ZENIT Noticias / Sidney, 28.10.2025).- En un mundo dividido, el Congreso Eucarístico de 2028 invita a la Iglesia a redescubrir el significado del amor generoso.
Cuando la Arquidiócesis de Sídney anunció el tema elegido por el Papa León XIV para el Congreso Eucarístico Internacional de 2028, no lo hizo con eslóganes elaborados ni campañas de marketing. Llegó en forma de una frase sencilla, que ha resonado a lo largo de veinte siglos de fe: «Este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes».
Con esas palabras, Jesús transformó una comida en un misterio, y la historia cristiana encontró su centro de gravedad. Ahora, esa misma frase servirá como fundamento espiritual y teológico para uno de los encuentros globales más significativos de la vida católica: el primer Congreso Eucarístico Internacional que se celebrará en Australia.
El arzobispo Anthony Fisher de Sídney, quien reveló el tema la semana pasada, lo describió como «una frase que resume toda la historia cristiana». Explicó que no solo habla de la Pasión, muerte y resurrección de Cristo, sino también del llamado a imitar ese mismo ejemplo de amor, un amor que se ofrece a sí mismo. «Estas palabras», dijo, «nos convocan a la misma entrega que Cristo vivió y nos dio como medida del discipulado».
Para el Arzobispo Fisher, la resonancia del tema va mucho más allá de la liturgia. Tiene implicaciones pastorales y sociales, e insta a la Iglesia a recuperar la Eucaristía como fuerza renovadora en todas las dimensiones de la vida. «La riqueza de este tema brindará infinitas oportunidades catequéticas», dijo, «así como un renovado compromiso con las vocaciones sacerdotales y religiosas, con la santidad del matrimonio y con un servicio más intencional a los pobres y vulnerables».
La elección del tema por parte del Papa fue confirmada por el Padre Corrado Maggioni, presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales, durante una reciente visita a Australia. Maggioni enfatizó que la frase fue elegida precisamente para resaltar “el sacrificio real y tangible de Cristo, un sacrificio hecho solo por amor”.
Esa idea, dijo, no es teología abstracta, sino el corazón palpitante del cristianismo. “El sacrificio impulsado por el amor está en el corazón mismo de la fe cristiana”, explicó Maggioni. “Las palabras ‘Este es mi cuerpo, entregado por ustedes’ dejan claro que no podemos recibir su cuerpo y permanecer inmutables. Como dice San Pablo en Romanos 12:1, también nosotros debemos ofrecer nuestros cuerpos como sacrificio vivo”.
El obispo auxiliar de Sídney, Richard Umbers, quien preside el comité organizador local, expresó la misma convicción en términos más sencillos: “La Eucaristía no es lo que hacemos por Dios; es lo que Cristo hace por nosotros. Por eso, este tema está en la esencia de la fe católica”.
Los preparativos para el Congreso de 2028 ya están en marcha, con la planificación logística y pastoral extendiéndose por todas las diócesis de Australia. El evento, que atraerá a miles de peregrinos de todo el mundo, incluirá una semana de liturgias, catequesis, celebraciones culturales y testimonio público centrado en el misterio de la Eucaristía. Sin embargo, los organizadores insisten en que no se trata simplemente de una gran festividad religiosa.
Según Benjamin Galea, director de operaciones del congreso, la reunión «será una oportunidad para renovar la Iglesia en Australia y dejar un legado de unidad, generosidad y testimonio». Para una Iglesia local que aún se recupera de décadas de deriva secular y de las heridas del escándalo, el Congreso se concibe no solo como una celebración, sino como una invitación a reimaginar el lugar de la fe en la vida pública, empezando por el altar.
El primer Congreso Eucarístico Internacional tuvo lugar en Lille, Francia, en 1881, como respuesta al creciente secularismo y al deseo de reafirmar la centralidad de la Eucaristía en la vida católica. A lo largo de las décadas, los Congresos han evolucionado de asambleas devocionales a amplios encuentros pastorales, que combinan liturgia, teología, cultura y diálogo. De Dublín a Manila, de Quebec a Budapest, se han convertido en instantáneas de una Iglesia en movimiento y en espejos de sus inquietudes más profundas.
El encuentro de Sídney, previsto para 2028, se desarrollará en un mundo marcado por la fragmentación, la ansiedad y la sed de sentido. El tema elegido —el cuerpo entregado— se inscribe directamente en ese contexto. Recuerda a los fieles que el amor, en su forma más auténtica, no es sentimiento, sino entrega.
En definitiva, el mensaje es de una sencillez cautivadora: «Este es mi cuerpo, entregado por vosotros». En esas pocas palabras, el misterio del amor de Dios se convierte en la medida de lo que significa ser humano y en el horizonte hacia el que el próximo Congreso Eucarístico, y quizás la Iglesia misma, deben caminar.
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