cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago

cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago Foto: catolicoperiodico.com

Cardenal de Chicago pide no arrodillarse al comulgar: estas son “sus” razones

“Nuestro ritual para recibir la Sagrada Comunión tiene un profundo significado”, escribió Cupich. “Nos recuerda que recibir la Eucaristía no es un acto privado sino comunitario. Como tal, la norma establecida, aprobada por la Santa Sede y la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, es que los fieles procesionen juntos y reciban la Sagrada Hostia de pie”

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(ZENIT Noticias / Chicago, 16.12.2024).- En una carta pastoral a su diócesis del 11 de diciembre, el cardenal Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago, instó a los católicos a adoptar un espíritu comunitario al recibir la Sagrada Comunión, enfatizando la naturaleza colectiva de la Eucaristía por sobre las expresiones individuales de reverencia. Sus comentarios reflejan enseñanzas más amplias de la Iglesia sobre el fomento de la unidad dentro de la liturgia y se alinean con las normas globales establecidas por el Vaticano.

Un llamado a adoptar el espíritu colectivo

El mensaje del cardenal Cupich retoma los principios fundamentales del Concilio Vaticano II, que pidió la «participación plena, consciente y activa» de todos los católicos bautizados en la liturgia. Destacó la Eucaristía como un acto profundamente comunitario, recordando a los fieles que el término «comunión» en sí mismo subraya la unidad, no la piedad personal.

“Nuestro ritual para recibir la Sagrada Comunión tiene un profundo significado”, escribió Cupich. “Nos recuerda que recibir la Eucaristía no es un acto privado sino comunitario. Como tal, la norma establecida, aprobada por la Santa Sede y la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, es que los fieles procesionen juntos y reciban la Sagrada Hostia de pie”.

Reverencia sin interrupción

Si bien reconoció la importancia de la reverencia durante la Eucaristía, el cardenal alentó gestos como una reverencia respetuosa antes de recibir la Comunión, desalentando acciones que pudieran interrumpir el flujo de la procesión o atraer una atención indebida. “Nadie debe realizar gestos que interrumpan el acto comunitario o se destaquen de una manera contraria a las normas y la tradición de la Iglesia”, enfatizó.

Sus comentarios abordan específicamente la práctica de arrodillarse para recibir la Comunión, que, si bien está permitida en algunas circunstancias, puede contrastar con la práctica estándar de estar de pie, una postura destinada a simbolizar la unidad y la preparación dentro de la liturgia.

Equilibrar la tradición y la práctica moderna

La orientación del cardenal llega en medio de discusiones en curso en la Iglesia sobre cómo equilibrar las tradiciones centenarias con las reformas litúrgicas iniciadas por el Vaticano II. Mientras que algunos católicos consideran que arrodillarse es una expresión más profunda de reverencia, otros ven la postura de pie como una postura igualmente significativa y teológicamente sólida, que refleja la Resurrección y la identidad colectiva del Cuerpo de Cristo.

Las observaciones de Cupich no son una prohibición sino más bien una invitación a reflexionar sobre la dimensión comunitaria de la Misa. Al alentar la conformidad con las normas establecidas, espera reforzar un sentido de unidad durante la celebración de la Eucaristía.

Una reflexión más amplia sobre la unidad de la Iglesia

Este enfoque en la uniformidad de las prácticas litúrgicas es parte de una conversación más amplia sobre la unidad en la Iglesia, en particular en lo que respecta a las diversas preferencias y expresiones espirituales de sus miembros globales. Al alentar un enfoque compartido para recibir la comunión, el cardenal Cupich busca llamar la atención sobre el profundo significado teológico y comunitario de la Eucaristía, un momento en el que los fieles, juntos, se convierten en el Cuerpo de Cristo.

“Respetar estas normas”, concluyó el cardenal, “no se trata simplemente de un orden litúrgico. Se trata de honrar la verdad más profunda de que, en la sagrada liturgia, somos un solo cuerpo, unido en Cristo”.

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Tim Daniels

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